martes, 31 de julio de 2012

Pequeñas Semillitas 1772


PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 7 - Número 1772 ~ Martes 31 de Julio de 2012
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
   

Alabado sea Jesucristo…
Hoy es un día especial para los que sentimos muy cercano todo lo que sea jesuítico. Hoy el santoral de la Iglesia conmemora a San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús. Los primeros versos del Himno a San Ignacio dicen: “Fundador sois Ignacio, y general, de la compañía real, que Jesús con su nombre distinguió; la legión del Loyola con fiel corazón, sin temor enarbola la cruz por pendón…”
Los fines de la Compañía de Jesús son un servicio permanente por el sostenimiento y difusión de la fe cristiana, la alabanza y consecución de una vida espiritual en armonía con la vida cotidiana, reconociendo al Creador en todo los creado, sometidos a la voluntad de la Iglesia y de su máximo exponente: el Papa, para lo cual se preparan intelectualmente a través de estudios teológicos, de idiomas y humanísticos en general, con prácticas en distintos ámbitos comunitarios, y utilizando la educación como un medio evangelizador, para lo cual fundaron establecimientos educativos en todos los niveles.
“A mayor gloria de Dios” es el lema de esta compañía (AMDG) siglas correspondientes a su versión en latín “Ad maiorem Dei gloriam”, y el emblema de la orden fueron las iniciales de “Jesús salvador de los hombres”, en latín: IHS (Iesus, Hominum Salvator), que Ignacio de Loyola plasmó en su sello.
El autor de esta página, viejo alumno jesuítico en sus años de la niñez, saluda con respeto y afecto este día tan especial para la Compañía de Jesús.


La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy


En aquel tiempo, Jesús despidió a la multitud y se fue a casa. Y se le acercaron sus discípulos diciendo: «Explícanos la parábola de la cizaña del campo». Él respondió: «El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del Reino; la cizaña son los hijos del Maligno; el enemigo que la sembró es el Diablo; la siega es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles.
»De la misma manera, pues, que se recoge la cizaña y se la quema en el fuego, así será al fin del mundo. El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, que recogerán de su Reino todos los escándalos y a los obradores de iniquidad, y los arrojarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga».
(Mt 13,36-43)

Comentario
Hoy, mediante la parábola de la cizaña y el trigo, la Iglesia nos invita a meditar acerca de la convivencia del bien y del mal. El bien y el mal dentro de nuestro corazón; el bien y el mal que vemos en los otros, el que vemos que hay en el mundo.
«Explícanos la parábola» (Mt 13,36), le piden a Jesús sus discípulos. Y nosotros, hoy, podemos hacer el propósito de tener más cuidado de nuestra oración personal, nuestro trato cotidiano con Dios. —Señor, le podemos decir, explícame por qué no avanzo suficientemente en mi vida interior. Explícame cómo puedo serte más fiel, cómo puedo buscarte en mi trabajo, o a través de esta circunstancia que no entiendo, o no quiero. Cómo puedo ser un apóstol cualificado. La oración es esto, pedirle “explicaciones” a Dios. ¿Cómo es mi oración? ¿Es sincera?, ¿es constante?, ¿es confiada?
Jesucristo nos invita a tener los ojos fijos en el Cielo, nuestra casa para siempre. Frecuentemente vivimos enloquecidos por la prisa, y casi nunca nos detenemos a pensar que un día —lejano o no, no lo sabemos— deberemos dar cuenta a Dios de nuestra vida, de cómo hemos hecho fructificar las cualidades que nos ha dado. Y nos dice el Señor que al final de los tiempos habrá una tría. El Cielo nos lo hemos de ganar en la tierra, en el día a día, sin esperar situaciones que quizá nunca llegarán. Hemos de vivir heroicamente lo que es ordinario, lo que aparentemente no tiene ninguna trascendencia. ¡Vivir pensando en la eternidad y ayudar a los otros a pensar en ello!: paradójicamente, «se esfuerza para no morir el hombre que ha de morir; y no se esfuerza para no pecar el hombre que ha de vivir eternamente» (San Julián de Toledo).
Recogeremos lo que hayamos sembrado. Hay que luchar por dar hoy el 100%. Y que cuando Dios nos llame a su presencia le podamos presentar las manos llenas: de actos de fe, de esperanza, de amor. Que se concretan en cosas muy pequeñas y en pequeños vencimientos que, vividos diariamente, nos hacen más cristianos, más santos, más humanos.
Rev. D. Iñaki BALLBÉ i Turu (Rubí, Barcelona, España)


Santoral Católico:
San Ignacio de Loyola
Fundador de la Compañía de Jesús


Martirologio Romano: Memoria de san Ignacio de Loyola, presbítero, quien, nacido en el País Vasco, en España, pasó la primera parte de su vida en la corte como paje del contador mayor hasta que, herido gravemente, se convirtió. Completó los estudios teológicos en París y conquistó sus primeros compañeros, con los que más tarde fundaría en Roma la Compañía de Jesús, ciudad en la que ejerció un fructuoso ministerio escribiendo varias obras y formando a sus discípulos, todo para mayor gloria de Dios (1556).

San Ignacio de Loyola supo transmitir a los demás su entusiasmo y amor por defender la causa de Cristo.

Nació y fue bautizado como Iñigo en 1491, en el Castillo de Loyola, España. De padres nobles, era el más chico de ocho hijos. Quedó huérfano y fue educado en la Corte de la nobleza española, donde le instruyeron en los buenos modales y en la fortaleza de espíritu.

Quiso ser militar. Sin embargo, a los 31 años en una batalla, cayó herido de ambas piernas por una bala de cañón. Fue trasladado a Loyola para su curación y soportó valientemente las operaciones y el dolor. Estuvo a punto de morir y terminó perdiendo una pierna, por lo que quedó cojo para el resto de su vida.

Durante su recuperación, quiso leer novelas de caballería, que le gustaban mucho. Pero en el castillo, los únicos dos libros que habían eran: Vida de Cristo y Vidas de los Santos. Sin mucho interés, comenzó a leer y le gustaron tanto que pasaba días enteros leyéndolos sin parar. Se encendió en deseos de imitar las hazañas de los Santos y de estar al servicio de Cristo. Pensaba: “Si esos hombres estaban hechos del mismo barro que yo, también yo puedo hacer lo que ellos hicieron”.

Una noche, Ignacio tuvo una visión que lo consoló mucho: la Madre de Dios, rodeada de luz, llevando en los brazos a su Hijo, Jesús.
Iñigo pasó por una etapa de dudas acerca de su vocación. Con el tiempo se dio cuenta que los pensamientos que procedían de Dios lo dejaban lleno de consuelo, paz y tranquilidad. En cambio, los pensamientos del mundo le daban cierto deleite, pero lo dejaban vacío. Decidió seguir el ejemplo de los santos y empezó a hacer penitencia por sus pecados para entregarse a Dios.

A los 32 años, salió de Loyola con el propósito de ir peregrinando hasta Jerusalén. Se detuvo en el Santuario de Montserrat, en España. Ahí decidió llevar vida de oración y de penitencia después de hacer una confesión general. Vivió durante casi un año retirado en una cueva de los alrededores, orando.

Tuvo un período de aridez y empezó a escribir sus primeras experiencias espirituales. Éstas le sirvieron para su famoso libro sobre “Ejercicios Espirituales”. Finalmente, salió de esta sequedad espiritual y pasó al profundo goce espiritual, siendo un gran místico. Logró llegar a Tierra Santa a los 33 años y a su regreso a España, comenzó a estudiar. Se dio cuenta que, para ayudar a las almas, eran necesarios los estudios.

Convirtió a muchos pecadores. Fue encarcelado dos veces por predicar, pero en ambas ocasiones recuperó su libertad. Él consideraba la prisión y el sufrimiento como pruebas que Dios le mandaba para purificarse y santificarse.

A los 38 años se trasladó a Francia, donde siguió estudiando siete años más. Pedía limosna a los comerciantes españoles para poder mantener sus estudios, así como a sus amigos. Ahí animó a muchos de sus compañeros universitarios a practicar con mayor fervor la vida cristiana. En esta época, 1534, se unieron a Ignacio 6 estudiantes de teología. Motivados por lo que decía San Ignacio, hicieron con él voto de castidad, pobreza y vida apostólica, en una sencilla ceremonia.

San Ignacio mantuvo la fe de sus seguidores a través de conversaciones personales y con el cumplimiento de unas sencillas reglas de vida. Poco después, tuvo que interrumpir sus estudios por motivos de salud y regresó a España, pero sin hospedarse en el Castillo de Loyola.

Dos años más tarde, se reunió con sus compañeros que se encontraban en Venecia y se trasladaron a Roma para ofrecer sus servicios al Papa. Decidieron llamar a su asociación la Compañía de Jesús, porque estaban decididos a luchar contra el vicio y el error bajo el estandarte de Cristo. Paulo II convirtió a dos de ellos profesores de la Universidad. A Ignacio, le pidió predicar los Ejercicios Espirituales y catequizar al pueblo. Los demás compañeros trabajaban con ellos.

Ignacio de Loyola, de acuerdo con sus compañeros, resolvió formar una congregación religiosa que fue aprobada por el Papa en 1540. Añadieron a los votos de castidad y pobreza, el de la obediencia, con el que se comprometían a obedecer a un superior general, quien a su vez, estaría sujeto al Papa.

La Compañía de Jesús tuvo un papel muy importante en contrarrestar los efectos de la Reforma religiosa encabezada por el protestante Martín Lutero y con su esfuerzo y predicación, volvió a ganar muchas almas para la única y verdadera Iglesia de Cristo.

Ignacio pasó el resto de su vida en Roma, dirigiendo la congregación y dedicado a la educación de la juventud y del clero, fundando colegios y universidades de muy alta calidad académica.

Para San Ignacio, toda su felicidad consistía en trabajar por Dios y sufrir por su causa. El espíritu “militar” de Ignacio y de la Compañía de Jesús se refleja en su voto de obediencia al Papa, máximo jefe de los jesuitas.

Su libro de “Ejercicios Espirituales” se sigue utilizando en la actualidad por diferentes agrupaciones religiosas.

San Ignacio murió repentinamente, el 31 de julio de 1556. Fue beatificado el 27 de julio de 1609 por Pablo V, y canonizado en 1622 por Gregorio XV.

Fuente: Catholic.net


La frase de hoy

“Tomad Señor y recibid toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad, todo mi haber y mi poseer; Vos me lo diste, a Vos, Señor, lo torno; todo es vuestro, disponed a toda vuestra voluntad. Dadme vuestro amor y gracia que ésta me basta”

San Ignacio de Loyola


Palabras del Beato Juan Pablo II

"Ignacio supo obedecer cuando, en pleno restablecimiento de sus heridas, la voz de Dios resonó con fuerza en su corazón. Fue sensible a la inspiración del Espíritu Santo..."

Beato Juan Pablo II


Tema del día:
La Compañía de Jesús


La Compañía de Jesús (Societas Jesu o Societas Iesu, S.J. o S.I.), comúnmente conocidos como Jesuitas, es una orden religiosa de la Iglesia católica fundada en 1540 por San Ignacio de Loyola, junto con San Francisco de Javier, el Beato Pedro Fabro, Diego Laínez, Alfonso Salmerón, Nicolás de Bobadilla, Simón Rodrigues, Juan Coduri, Pascasio Broët y Claudio Jayo, en la ciudad de Roma, siendo aprobada por el Papa Pablo III. Con cerca de 19.000 miembros, sacerdotes, estudiantes y hermanos, es la mayor orden religiosa masculina católica hoy en día. Su actividad se extiende a los campos educativo, social, intelectual, misionero y de medios de comunicación católicos.

En septiembre de 1529, Ignacio de Loyola, un vasco que combatió en las guerras contra el rey de la Navarra transpirenaica, defendiendo la causa de Carlos I, había optado por dedicarse a «servir a las almas». Decidido a estudiar para cumplir mejor su propósito, se incorpora al Colegio de Santa Bárbara —dependiente de la Universidad de París— y comparte cuarto con el saboyano Pedro Fabro y el navarro Francisco de Javier. Los tres se convirtieron en amigos. Ignacio realizó entre sus condiscípulos una discreta actividad espiritual, sobre todo dando Ejercicios espirituales, un método ascético desarrollado por él mismo.

En 1533 llegaron a París Diego Laínez, Alfonso Salmerón, Nicolás de Bobadilla y Simão Rodrigues, que se unieron al grupo de Ignacio. El 15 de agosto de 1534, fiesta de la Asunción de la Virgen, los siete se dirigieron a la capilla de los Mártires, en la colina de Montmartre, donde pronunciaron tres votos: pobreza, castidad y peregrinar a Jerusalén. Después de los votos de Montmartre se incorporaron al núcleo inicial tres jóvenes franceses, «reclutados» por Fabro: Claudio Jayo, Juan Coduri y Pascasio Broët. Los diez se encontraron en Venecia y misionaron el norte de Italia a la espera de embarcarse hacia Jerusalén. Al no poder viajar a Palestina debido a la guerra entre Venecia y el Imperio Otomano, el grupo se dirigió a Roma. Allí, tras una larga deliberación espiritual, decidieron fundar la Compañía de Jesús, siendo ésta aprobada el 27 de septiembre de 1540, por el Papa Pablo III, quien les reconoció como una nueva orden religiosa y firmó la bula de confirmación, Regimini militantis ecclesiae.

A partir de la aprobación papal comenzó un proceso de expansión numérica, de organización interna y de responder a las misiones encomendadas: fundación de Colegios a petición de ciudades interesadas, reforma de monasterios, participación en el Concilio de Trento, diálogo con los protestantes, misiones diplomáticas, etc. Los primeros compañeros se dispersaron: Rodríguez fue a Portugal, Javier a Oriente, Fabro recorrió Europa predicando y dando los Ejercicios Espirituales... Entre 1540 y 1550 se unieron a la Orden notables personajes para su posterior desarrollo: Jerónimo Nadal, Francisco de Borja (Duque de Gandía y Virrey de Cataluña), Pedro Canisio, notable teólogo (Doctor de la Iglesia), y Juan de Polanco, secretario de Ignacio.

En 1556, cuando murió el fundador, eran 1.000 compañeros. El segundo General fue Diego Laínez

Una de las ideas claves para explicar el ideario ignaciano es su espiritualidad, entendida como una forma concreta de plasmar su seguimiento de Cristo y que fue desarrollada por San Ignacio en el libro de los Ejercicios espirituales y se plasma también a lo largo de las Constituciones de la Compañía, de las cartas del Fundador y otros documentos de los primeros jesuitas (Jerónimo Nadal, Luis González de Cámara, Pedro Fabro, Francisco Xavier...). Se caracteriza, por el deseo expresado por San Ignacio de «buscar y encontrar a Dios en todas las cosas». Esto significa que es una espiritualidad vinculada a la vida, que invita a los que la siguen a levantar la mirada hacia la globalidad, pero aterrizando en lo concreto y lo cercano.

Implica un gran dinamismo, ya que obliga a estar siempre atentos a los nuevos retos y tratar de responder a ellos. Esto ha conducido a los jesuitas a realizar su trabajo, en muchas ocasiones, en las llamadas «fronteras», sean geográficas o culturales. Esta espiritualidad ha impregnado no sólo el estilo de los jesuitas, si no también de otras Congregaciones Religiosas y numerosos grupos de laicos.

El fomento y difusión de esta espiritualidad tiene su eje central en lo que llamamos los Ejercicios Espirituales, que son un proceso de experiencia de Dios para buscar, descubrir y seguir su voluntad.

Algunos conceptos centrales de su espiritualidad son:

• La Encarnación: Dios no es un ser lejano o pasivo, sino que está actuando en el corazón de la realidad, en el mundo, aquí y ahora; eso es lo que representa la Encarnación de Dios en un ser humano, Jesús de Nazaret. La espiritualidad de Ignacio es activa; es un discernimiento continuo, un conocimiento del Espíritu de Dios actuando en el mundo, en forma de amor y de servicio.

• El «tanto cuanto»: El hombre puede utilizar todas las cosas que hay en el mundo tanto cuanto le ayuden para su fin, y de la misma manera apartarse de ellas en cuanto se lo impidan.

• La «indiferencia»: La necesidad de ser indiferentes a las cosas del mundo, en el sentido de no condicionar a circunstancias materiales la misión que el hombre tiene en su vida. Es una manera de enfocar los esfuerzos en aquello que es considerado importante y trascendental, distinguiéndolo de aquello que no lo es.

• El «magis»: Solamente desear y elegir lo que más nos conduce al fin para el que hemos sido creados. Este 'más' (magis en latín) se trata de realizar la misión de la mejor manera posible, exigiendo siempre más, de manera apasionada.

La Compañía de Jesús está regida por el Padre General, que goza de grandes atribuciones de acuerdo a su Instituto (él nombra a los Provinciales y a los Superiores de algunas casas y obras muy importantes); su cargo es vitalicio. Sin embargo, puede renunciar a su cargo, si una causa grave lo inhabilita definitivamente para sus tareas de gobierno. En otros casos, como enfermedad o edad avanzada, el General puede nombrar un Vicario Coadjutor. Pero, por encima de él, la Congregación General, es el órgano supremo de gobierno de la Compañía.

Al Prepósito General lo ayudan directamente en su tarea, cuatro asistentes Generales (Asistentes ad Providentiam, elegidos por la CG), que tienen por objetivo: atender a la salud y gobierno del General y vigilar su capacidad de gobierno. Además, en la estructura de gobierno de la Compañía, existen los Asistentes regionales, los Provinciales, los Superiores de Regiones y los Superiores locales. Existen órganos de gobierno que se reúnen periódicamente, como las Congregaciones Provinciales y la Congregación de Procuradores.

El Padre General de la Compañía de Jesús es, desde el año 2008, el español Adolfo Nicolás, que sucedió al P. Peter-Hans Kolvenbach (holandés) que estuvo 24 años al frente de la Compañía y que a su vez había sucedido al legendario P. Pedro Arrupe.

Al superior de los Jesuitas es conocido como el 'Papa negro', debido al gran poder que esta orden ha tenido siempre en la Iglesia católica y a su hábito de color negro.

El conjunto de las normas y principios que guían la vida de los jesuitas está recogido en las Constituciones, redactadas por Ignacio de Loyola. Para facilitar el gobierno, la Orden está dividida en sectores geográficos o lingüísticos llamados asistencias (actualmente son nueve) y, dentro de cada una de ellas, en Provincias que suman un total de 64.

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Pensamientos sanadores


Pide al Señor, de todo corazón, anhelar la santidad

A lo largo de los siglos, han sido miles los hombres y las mujeres que, como San Ignacio de Loyola, se decidieron a seguir las inspiraciones de Dios y a cumplir su voluntad con amor y alegría.
Dios aceptó el deseo que seguramente su mismo Espíritu había sembrado en ellos, y no dejó de ayudarlos para que esos deseos de santidad se fuesen concretando.
Y tú, ¿tienes deseos de ser santo o santa?
La santidad no consiste en hacer cosas extraordinarias, sino en hacer las actividades cotidianas que el Señor te pide, poniendo en ello los ingredientes de fe, esperanza, amor, perdón y buen humor.
Si tienes grandes deseos de santidad, no importa que nunca te canonicen, lo importante es que le permitas a Jesús realizar en ti la obra de la transformación, la cual no sólo será de bendición para ti, sino también para toda la Iglesia y para el mundo entero.

(…) lo sirvamos en santidad y justicia bajo su mirada, durante toda nuestra vida. Lucas 1, 75.


Pedidos de oración


Pedimos oración por la Paz del Mundo; por la Santa Iglesia Católica; por el Papa, los sacerdotes y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por la unión de las familias y la fidelidad de los matrimonios; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración para que Dios bendiga a Evelyn (Paraná, Argentina) que este jueves cumple 8 años, y junto a ella también rogamos al Señor la bendición para toda su familia.

Pedimos oración por Melisa Beatriz, una bebe de 46 días de vida, de Bahía Blanca, Argentina, que nació con el sindrome de Down y necesita urgentemente aumentar de peso, para que puedan hacer una cirugía que necesita su corazoncito por una cardiopatía congénita. La ponemos en manos de la Virgen María para que ella maternalmente la proteja e interceda ante Jesús para que Él permita que tenga una buena evolución.

Pedimos oración por Emigdio, que vive en Paraguay y que ha intentado quitarse la vida. Que Dios Misericordioso fortalezca su corazón y lo ilumine para que pueda encontrar en la vida la luz de Cristo y el camino verdadero que lo saque de la situación difícil en que se encuentra.

Pedimos oración por Martín H., que es nieto de una querida lectora y amiga, para que el Espíritu Santo le conceda sus dones y pueda acceder a la escuela de medicina Mount Sinai, en USA, tal como es su vocación y deseo.

Pedimos oración por la salud de Nicolás, de Uruguay, afectado de un grave problema cerebral.

Pedimos una especial oración por Ivette D., que vive en El Salvador, y mañana inicia un nuevo trabajo. Al mismo tiempo la familia expresa su agradecimiento porque hace un tiempo se había pedido en esta página para que ella consiguiera empleo.

Pedimos oración por León y Genaro, dos niños de Buenos Aires, Argentina, que nacieron prematuros y se encuentran muy graves, rogando al Señor que disponga lo que sea mejor para ellos de acuerdo a Su voluntad.

Pedimos oración por Orestes M. a quien hoy le hacen un cateterismo, para que el resultado sea bueno y que el estudio sea un éxito.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la solicitud de oración. Por favor: en los pedidos ser breves y concretos y enviarlos a pequesemillitas@gmail.com y deben poner en el asunto “Pedido de oración”, ya que los correos que llegan sin asunto (o con el asunto en blanco) son eliminados sin abrirlos.


"Intimidad Divina"

El amor del Padre

Dios es amor en su vida íntima y precisamente por eso es Trinidad: Es Padre que engendra al Hijo dándole toda su naturaleza y vida divina, es Hijo que se devuelve totalmente al Padre, es Espíritu Santo que procede del amor y del don recíproco del Padre y del Hijo. Dios es amor también fuera de sí, en sus obras: es amor en la creación de todos los seres que llama libremente a la vida y sobre todo en la creación del hombre al que plasma a su imagen y semejanza. Pero Dios demuestra aún más su amor elevando al hombre del estado de simple criatura al de hijo suyo: “Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos!” (1 Jn 3, 1). No se trata de un apelativo honorífico o simbólico, de un “modo de hablar”, sino de una realidad sublime, de un nuevo “modo de ser”, por el que el hombre es profundamente transformado y hecho partícipe de la naturaleza y de la vida de Dios, es decir, del ser de Dios que es amor. El hombre entra así a formar parte de la familia de Dios: es amado por Dios su Padre y es capaz de amarlo a su vez como hijo porque Dios ha infundido en él su amor.

“Dios es amor y quien permanece en amor permanece en Dios y Dios en él” (1 Jn 4, 16). Ahora bien, Dios ha derramado largamente su amor en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que se nos ha dado; por consiguiente, el primero y más imprescindible don es la caridad, con la que amamos a Dios sobre todas las cosas y al prójimo por Él. Mediante la caridad el cristiano es llamado a “permanecer en Dios” y a entrar en el círculo del amor eterno que une entre sí a las tres Personas de la Santísima Trinidad. Mediante la caridad, el cristiano mora en Dios hasta el punto de quedar asociado al amor del Padre para con el Hijo y del Hijo para con el Padre, amando al Padre y al Hijo en el Espíritu Santo.

Y pues el amor divino no se queda cerrado en el seno de la Trinidad, sino que de la Trinidad se derrama sobre los hombres, la caridad imprime también al cristiano un impulso semejante, abriendo su corazón al amor de todos los hermanos. Sólo mediante la caridad que lo hace partícipe del amor de Dios, el cristiano se hace capaz, se torna capaz de “amar a Dios sobre todas las cosas, y al prójimo por amor de Dios”. La caridad es completa solamente cuando sube a Dios abarcando con, por él y en él todas sus criaturas. Uno es el amor en Dios: en su vida íntima y en sus relaciones con los hombres; una e indivisible es la caridad en el cristiano en su vuelo hacia Dios y en su impulso hacia los hermanos. “Hemos recibido de él este mandamiento: quien ama a Dios, ame también a su hermano” (1 Jn 4, 21).

Gracias, gracias a ti, Padre eterno, que no me has despreciado a mí, que soy tu hechura, ni has apartado tus ojos de mí, ni menospreciaste mis deseos… Por todos estos y otros infinitos males y pecados que hay en mí, tu Sabiduría, tu Bondad, tu Clemencia y tu Bien infinito no me ha despreciado, sino que me ha dado luz en tu luz. En la Sabiduría he conocido la verdad, en tu Clemencia he encontrado la caridad y amor del prójimo. ¿Quién te ha obligado a ello? No mis virtudes, sino sólo tu caridad… Haz que mi memoria sea capaz de retener tus beneficios y arda la voluntad en el fuego de tu caridad… Confieso y no lo niego que tú amaste antes que yo fuese y que me amas inefablemente, como loco enamorado de la criatura. (Santa Catalina de Siena, Diálogo 167)

P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.

lunes, 30 de julio de 2012

Pequeñas Semillitas 1771


PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 7 - Número 1771 ~ Lunes 30 de Julio de 2012
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
   

Alabado sea Jesucristo…
La cuestión del alimento es una necesidad humana que genera numerosos conflictos sociales y económicos.
Sabemos que los recursos disponibles en el planeta son suficientes para alimentar a la población mundial actual. Sin embargo, las relaciones de poder están organizadas de manera tan desigual que millones de personas del hemisferio sur padecen hambre y desnutrición.
Los cristianos creemos que los recursos y los bienes de la creación tienen un destino universal. El bien común se antepone al bien particular y por tanto, una forma de actualizar el mensaje de estos relatos bíblicos es participar de forma responsable en organizaciones e iniciativas sociales encaminadas a multiplicar las oportunidades de acceso a la alimentación, la salud y la vivienda.
Aunque dispongamos apenas de "unos pocos panes de cebada" y no manejemos recursos abundantes, podemos agruparnos con personas de buena voluntad, para organizar formas de apoyo y cooperación que permitan que los que sufren pobreza alimentaria la vayan superando.
"La verdad católica"


La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy


En aquel tiempo, Jesús propuso todavía otra parábola a la gente: «El Reino de los Cielos es semejante a un grano de mostaza que tomó un hombre y lo sembró en su campo. Es ciertamente más pequeña que cualquier semilla, pero cuando crece es mayor que las hortalizas, y se hace árbol, hasta el punto de que las aves del cielo vienen y anidan en sus ramas».
Les dijo otra parábola: «El Reino de los Cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina, hasta que fermentó todo». Todo esto dijo Jesús en parábolas a la gente, y nada les hablaba sin parábolas, para que se cumpliese el oráculo del profeta: ‘Abriré en parábolas mi boca, publicaré lo que estaba oculto desde la creación del mundo’.
(Mt 13,31-35)

Comentario
Hoy, el Evangelio nos presenta a Jesús predicando a sus discípulos. Y lo hace, tal como en Él es habitual, en parábolas, es decir, empleando imágenes sencillas y corrientes para explicar los grandes misterios escondidos del Reino. Así podía entender todo el mundo, desde la gente más formada hasta la que tenía menos luces.
«El Reino de los Cielos es semejante a un grano de mostaza...» (Mt 13,31). Los granitos de mostaza casi no se ven, son muy pequeños, pero si tenemos de ellos buen cuidado y se riegan... acaban formando un gran árbol. «El Reino de los Cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina...» (Mt 13,33). La levadura no se ve, pero si no estuviera ahí, la pasta no subiría. Así también es la vida cristiana, la vida de la gracia: no se ve exteriormente, no hace ruido, pero... si uno deja que se introduzca en su corazón, la gracia divina va haciendo fructificar la semilla y convierte a las personas de pecadoras en santas.
Esta gracia divina se nos da por la fe, por la oración, por los sacramentos, por la caridad. Pero esta vida de la gracia es sobre todo un don que hay que esperar y desear con humildad. Un don que los sabios y entendidos de este mundo no saben apreciar, pero que Dios Nuestro Señor quiere hacer llegar a los humildes y sencillos.
Ojalá que cuando nos busque a nosotros, nos encuentre no en el grupo de los orgullosos, sino en el de los humildes, que se reconocen débiles y pecadores, pero muy agradecidos y confiados en la bondad del Señor. Así, el grano de mostaza llegará a ser un árbol grande; así la levadura de la Palabra de Dios obrará en nosotros frutos de vida eterna. Porque, «cuanto más se abaja el corazón por la humildad, más se levanta hacia la perfección» (San Agustín).
Rev. D. Josep Mª MANRESA Lamarca (Les Fonts del Vallès, Barcelona, España)


Santoral Católico:
San Pedro Crisólogo
Doctor de la Iglesia


Pedro, quien fue uno de los oradores más famosos de la Iglesia Católica, nació en Imola, Italia y fue formado por el Obispo de esa ciudad Cornelio, por el cual conservó siempre una gran veneración. El Obispo Cornelio convenció a San Pedro de que en el dominio de las propias pasiones y en el rechazar los malos deseos reside la verdadera grandeza, y que este es un medio seguro para conseguir las bendiciones de Dios.

Pedro gozó de la amistad del emperador Valentiniano y de la madre de éste, Plácida, y por recomendación de los dos, fue nombrado Arzobispo de Ravena. También gozó de la amistad del Papa San León Magno.

Cuando empezó a ser arzobispo de Ravena, había en esta ciudad un gran número de paganos. Y trabajó con tanto entusiasmo por convertirlos, que cuando él murió ya eran poquísimos los paganos o no creyentes en este lugar.

A la gente le agradaba mucho sus sermones, y por eso le pusieron el sobrenombre de crisólogo, que quiere decir, el que habla muy bien. Su modo de hablar era conciso, sencillo y práctico. La gente se admiraba de que en predicaciones bastante breves, era capaz de resumir las verdades más importantes de la fe. Se conservan de él, 176 sermones, muy bien preparados y cuidadosamente redactados. Por su gran sabiduría al predicar y escribir, fue nombrado Doctor de la Iglesia, por el Papa Benedicto XIII.

Recomendaba mucho la comunión frecuente y exhortaba a sus oyentes a convertir la Sagrada Eucaristía en su alimento de todas las semanas.

Fuente: Catholic.net


La frase de hoy

“En la flaqueza llega al colmo el poder. Muy gustosamente continuaré gloriándome en mis debilidades para que habite en mí la fuerza de Cristo: Por lo cual, me complazco en las enfermedades, en los oprobios, en las necesidades, en las persecuciones, en los aprietos por Cristo; pues, cuando parezco débil, entonces es cuando soy fuerte”
San Pablo 2 Co 12, 9-10


Tema del día:
El Papa y los Juegos Olímpicos


1) Para saber

Antes de iniciar los Juegos Olímpicos en Londres, el Papa Benedicto XVI, se refirió a ellos: “Los Juegos Olímpicos… son el mayor evento deportivo mundial, en el que participan atletas de muchísimas naciones, y como tal, reviste también un fuerte valor simbólico". Podemos aprender alguna enseñanza de ellos.

2) Para pensar

Hay historias ejemplares en los Juegos Olímpicos; una que me han enviado la comparto a continuación.

Sucedió en la carrera de los 100 metros llanos los pasados juegos en China. El 16 de Agosto de 2008 el corredor Jamaiquino Usain Bolt impuso un nuevo record en los 100 metros llanos, la “Reina de las Competencias” como suelen llamarle, en las Olimpiadas de Beijing.

Un record que muchos han buscado a lo largo de los años sin conseguirlo. Este hombre superó su marca personal deteniendo el cronómetro en los 9 segundos 69 centésimas. Luego lo ha vuelto a romper en 9.58 segundos. Justamente ha recibido el título del “Relámpago Bolt”.

¿Cómo le hizo? Seguramente supuso muchas horas de entrenamiento, muchas renuncias, un régimen de alimentación… pero hubo tres cosas que llamaron la atención el día de la carrera y seguramente influyeron para ganar.

Lo primero que llamó la atención y que se comentó mucho fue la alegría con la que iba corriendo. Lo sorprendente es que aun antes de llegar a la meta ya iba celebrando, al punto que muchos pensaron que si no se hubiera “distraído” tal vez hubiera corrido más rápido; iba disfrutando la carrera.

El segundo “detalle” que llamó la atención fue que ¡corrió con las correas de su zapato desatadas! Suelen enseñarnos que con las agujetas sin amarrar no se debía ni caminar, sin embargo ¡Usain Bolt corrió y rompió el record de los 100 metros así!

Y un tercer factor importante… ¡Usó unos zapatos color oro!

Se puede decir que aún antes de iniciar la competencia, él ya se veía “de oro”. Sus pies, que lo llevaron con rapidez esas 42 zancadas, ya estaban vestidos del color de la medalla: Ya se sentía ganador, aún antes de iniciarla.

Se va a hablar y analizar mucho tiempo este record, pero esos tres “detalles” pueden servir para inspirar también la carrera de nuestra vida.

Lo primero es que podemos vivir la vida con alegría, incluso celebrando aún antes de llegar a la meta… lo que implica vivir de esperanza. La felicidad no se ha de experimentar solamente al llegar al destino, sino en el mismo recorrer, el viaje es parte de la diversión.

Lo segundo, es que hay costumbres no esenciales que no pasa nada si a veces se rompen. Si Bolt logró el record con las agujetas desatadas… Nos da la confianza que podemos hacer nuestra carrera aunque no todo esté perfectamente en orden… ¡aun así se puede vencer!

Y lo tercero es tal vez lo más importante. Que tu sueño sea del color de la realidad que deseas en tu futuro. Que tu futuro sea ya parte de tu presente. Hay que ponerse los zapatos del color del sueño.

3) Para vivir

El mismo Bolt afirmó: “Los 100 los llevo pegados al corazón”.

Podríamos preguntarnos ¿de qué color son nuestros zapatos?, o mejor dicho, ¿de qué color es nuestro sueño?

El Papa concluía haciéndonos una invitación: "Oramos para que, según la voluntad de Dios, los Juegos de Londres sean una verdadera experiencia de fraternidad entre los pueblos de la Tierra".

Pbro. José Martínez Colín


Pensamientos sanadores


Pide gustar las pequeñas cosas de cada día

El camino de la vida está formado por los grandes escalones de los años.
Pero los escalones más importantes son los de cada día, cada hora, cada minuto, y hasta me atrevería a decir, cada segundo.
No quieras subir la escalera demasiado de prisa, pues carece de sentido.
Aprende a detenerte en cada escalón y a gustar de él, pues no hay dos peldaños iguales.
Haz como quien escala una montaña, que con frecuencia se detiene, no sólo para tomar un respiro, sino también para contemplar el maravilloso espectáculo que la naturaleza expone en el valle.
Cada día trae su novedad, y si estás abierto y eres receptivo, podrás percibir todo lo hermoso que cada jornada encierra en los milagros cotidianos y disponerte para recibir nuevas gracias.

Entonces tuvo un sueño: vio una escalinata que estaba apoyada sobre la tierra y cuyo extremo superior tocaba el cielo. Por ella subían y bajaban ángeles de Dios. Génesis 28, 12.


Pedidos de oración


Pedimos oración por la Paz del Mundo; por la Santa Iglesia Católica; por el Papa, los sacerdotes y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por la unión de las familias y la fidelidad de los matrimonios; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración por el Padre Jorge Noda, de la iglesia de San Juan Bosco en Miami (USA), que el martes pasado fue operado a corazón abierto, para que el Señor le conceda una pronta recuperación. Y también de Miami, pedimos oración por Tony, que tiene 65 años y en estos momentos esta en Terapia Intensiva con varios fallos orgánicos en estado muy delicado.

Pedimos oración por Elsa S. que vive en Buenos Aires, Argentina, y mañana será sometida a una intervención quirúrgica. Que el Señor la acompañe y la proteja para que todo resulte favorable.

Pedimos oración por Francisco P. M., que está en el hospital de emergencia, le hacen estudios y lo están estabilizando.

Pedimos oración por María Florencia, de Puerto Madryn (Argentina), que está cursando el sexto mes de un embarazo de mellizas; para que todo siga bien bajo la protección de María y pueda arribarse a un feliz nacimiento.

Pedimos oración por Nancy C., joven mujer de Bogotá, Colombia, que está cursando el período pos operatorio de una intervención por un tumor cerebral, confiando en que por la intercesión de la Santísima Virgen, nuestro amado Jesús le habrá de conceder la gracia de la sanación.

Pedimos oración por María Teresa A., de Buenos Aires, Argentina, quien, recuperándose de una cirugía de pulmón, sufrió el sangrado de un aneurisma cerebral y ahora está en coma inducido. Pedimos oración por ella y por los médicos que la asisten.

Pedimos oración por Cecilia G. que vive en Mendoza y está muy grave por lo que rogamos al Señor que le conceda lo mejor según Su voluntad.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la solicitud de oración. Por favor: en los pedidos ser breves y concretos y enviarlos a pequesemillitas@gmail.com y deben poner en el asunto “Pedido de oración”, ya que los correos que llegan sin asunto (o con el asunto en blanco) son eliminados sin abrirlos.


"Intimidad Divina"

Le esperanza no falla

Las virtudes teologales están profundamente relacionadas: la fe enciende la esperanza, y la esperanza sostiene la fe. Y como el cristiano da prueba de la solidez de su fe perseverando en ella a pesar de la oscuridad, así da prueba de la solidez de su esperanza no dejando de esperar en las circunstancias adversas. Las mismas contrariedades robustecen la esperanza… La esperanza cristina no falla nunca, ni siquiera cuando las adversidades maltratan la vida del hombre. En toda criatura querida de Dios se renueva de algún modo la historia de Job, probado en los bienes y en los  hijos, abandonado de la mujer y de los amigos, reducido a la miseria y soledad más tristes y cubierto de lepra de la cabeza a los pies. Muerte y sufrimiento son fruto del pecado, no sólo como castigo, sino también como purificación y expiación saladora para sí y para los demás en unión a la pasión de Cristo.

Se puede decir con verdad que la medida de la esperanza en Dios es esperar sin medida. Cuando el hombre busca sinceramente hacer de su parte cuanto puede para agradar a Dios, no debe temer ser demasiado atrevido en su esperanza Le agrada tanto al Señor la esperanza ciega e ilimitada en él, que cuanto más espera una criatura, tanto más la socorre y la colma de sus bienes. “Cuanto más espera el alma, tanto más alcanza”, dice San Juan de la Cruz; y  Santa Teresa del Niño Jesús, haciendo suyo este pensamiento escribe. “Nunca se tiene demasiada confianza en Dios, tan poderoso y misericordioso. Se obtiene de él cuanto se espera”.

A veces la conciencia de los pecados cometidos, de las infidelidades y de los fracasos en la práctica de la virtud pueden desanimar y cortar las alas de la esperanza. Es preciso entonces recordar que Dios no nos ama porque estemos sin pecados, sino porque ha infundido en nosotros su gracia y nos ha hecho hijos suyos. Él quiere nuestra salvación y nuestra santificación más que nosotros; si una criatura lo busca con todo el corazón y confía en él con todas sus fuerzas, él mismo la santificará a pesar de las faltas del pasado o de las miserias y debilidades del presente. El cristiano auténtico es un hombre de esperanza invencible y un sembrador de esperanza. Es necesario que todos los hombres de la tierra se sientan “despertados a una viva esperanza, que es don del Espíritu Santo, para que, por fin, llegada la hora, sean recibidos en la paz y en la suma bienaventuranza” (GS 93). Este era el augurio de San Pablo a los romanos: “El Dios de la esperanza os colme de todo gozo y paz en vuestra fe, hasta rebosar de esperanza” (Rm 15, 13). El cristiano debe ser portador de ella a todo el mundo.

¡Oh Dios y Señor nuestro! Esperemos el abrigo de tus alas. Protégenos y llévanos. Tú llevarás, si, tú llevarás a los pequeñuelos, y hasta que sean ancianos, tú los llevarás, porque nuestra firmeza cuando eres tú, entonces es firmeza; mas cuando es nuestra, entonces es debilidad. Nuestro bien vive siempre contigo, y así, cuando nos apartamos de él, nos pervertimos. Volvamos ya, Señor, para que no nos apartemos, porque en ti vive sin ningún defecto nuestro bien, que eres tú, sin que temamos que no haya lugar adonde volar, porque de allí hemos venido y, aunque ausentes nosotros de allí, no por eso se derrumba nuestra casa, tu eternidad. (San Agustín, Confesiones)

P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
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domingo, 29 de julio de 2012

Pequeñas Semillitas 1770


PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 7 - Número 1770 ~ Domingo 29 de Julio de 2012
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
   

Alabado sea Jesucristo…
Hoy en el Evangelio leemos y meditamos uno de los milagros más conocidos de Jesús: el de la multiplicación de los panes y los peces.
Dice Pagola: “La escena es fascinante. Una muchedumbre, sentada sobre la hierba verde del campo, compartiendo una comida gratuita, un día de primavera. No es un banquete de ricos. No hay vino ni carne. Es la comida sencilla de la gente que vive junto al lago: pan de cebada y pescado ahumado. Una comida fraterna servida por Jesús a todos…”
Es esta una ocasión impostergable para meditar en profundidad la necesidad que el mundo de hoy tiene de la solidaridad de todos para paliar el hambre que sacude cruelmente algunas regiones (mejor diría MUCHAS regiones) del planeta.
Si hay hambre en el mundo, no es por escasez de alimentos sino por falta de solidaridad. Hay pan para todos, falta generosidad para compartir. Hemos dejado la marcha del mundo en manos del poder financiero, nos da miedo compartir lo que tenemos, y la gente se muere de hambre por nuestro egoísmo irracional.
Por eso tiene tanta vigencia el Evangelio de la multiplicación de los panes y los peces. Jesús no sólo alimentaba el alma de las personas que acudían a escucharlo sino que también se preocupaba por alimentarlos físicamente.
El texto del Evangelio de este domingo está tomado de Juan. Pero si leemos el mismo episodio en Mateo 14, 13-21, vamos a ver que cuando los discípulos le pidieron a Jesús que despidiera a las gentes porque caería la tarde y no había comida, Jesús les respondió “Denles ustedes de comer”.
Y esa indicación de Jesús hoy sigue vigente para todos nosotros: comprometernos con nuestros hermanos atendiendo a sus necesidades con lo que tengamos, aunque sean solo cinco panes y dos pescados. El Señor hará el resto...


La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy


En aquel tiempo, se fue Jesús a la otra ribera del mar de Galilea, el de Tiberíades, y mucha gente le seguía porque veían las señales que realizaba en los enfermos. Subió Jesús al monte y se sentó allí en compañía de sus discípulos. Estaba próxima la Pascua, la fiesta de los judíos. Al levantar Jesús los ojos y ver que venía hacia Él mucha gente, dice a Felipe: «¿Dónde vamos a comprar panes para que coman éstos?». Se lo decía para probarle, porque Él sabía lo que iba a hacer. Felipe le contestó: «Doscientos denarios de pan no bastan para que cada uno tome un poco». Le dice uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro: «Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero ¿qué es eso para tantos?».
Dijo Jesús: «Haced que se recueste la gente». Había en el lugar mucha hierba. Se recostaron, pues, los hombres en número de unos cinco mil. Tomó entonces Jesús los panes y, después de dar gracias, los repartió entre los que estaban recostados y lo mismo los peces, todo lo que quisieron. Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: «Recoged los trozos sobrantes para que nada se pierda». Los recogieron, pues, y llenaron doce canastos con los trozos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido.
Al ver la gente la señal que había realizado, decía: «Éste es verdaderamente el profeta que iba a venir al mundo». Dándose cuenta Jesús de que intentaban venir a tomarle por la fuerza para hacerle rey, huyó de nuevo al monte Él solo.
(Jn 6,1-15)

Comentario
Hoy, podemos contemplar cómo se forja en nuestro interior tanto el amor humano como el amor sobrenatural, ya que tenemos un mismo corazón para amar a Dios y a los otros.
Generalmente, el amor va abriéndose paso en el corazón humano cuando se descubre el atractivo del otro: su simpatía, su bondad. Es el caso del «muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces» (Jn 6,9). Da a Jesús todo lo que lleva, los panes y los peces, porque se ha dejado conquistar por el atractivo de Jesús. -He descubierto el atractivo del Señor?
A continuación, el enamoramiento, fruto de sentirse correspondido. Dice que «mucha gente le seguía porque veían las señales que realizaba en los enfermos» (Jn 6,2). Jesús les escuchaba, les hacía caso, porque sabía lo que necesitaban.
Jesucristo siente un poderoso atractivo por mí y quiere mi realización humana y sobrenatural. Me ama tal como soy, con mis miserias, porque pido perdón y, con su ayuda, sigo esforzándome.
«Dándose cuenta Jesús de que intentaban venir a tomarle por la fuerza para hacerle rey, huyó de nuevo al monte Él solo» (Jn 6,15). Les dirá al día siguiente: «En verdad, en verdad os digo: vosotros me buscáis, no porque habéis visto señales, sino porque habéis comido de los panes y os habéis saciado» (Jn 6,26). Escribe san Agustín: «¡Cuántos hay que buscan a Jesús, guiados solamente por intereses temporales! (...) Apenas se busca a Jesús por Jesús».
La plenitud del amor es el amor de donación; cuando se busca el bien del amado, sin esperar nada a cambio, aunque sea al precio del sacrificio personal.
Hoy, yo le puedo decir: «Señor, que nos haces participar del milagro de la Eucaristía: te pedimos que no te escondas, que vivas con nosotros, que te veamos, que te toquemos, que te sintamos, que queramos estar siempre a tu lado, que seas el Rey de nuestras vidas y de nuestros trabajos» (San Josemaría).
Rev. D. Pere CALMELL i Turet (Barcelona, España)


Santoral Católico:
Santa Marta de Betania
Hermana de Lázaro y María


Información amplia hacer clic acá

Fuente: Catholic.net


Palabras del Beato Juan Pablo II

“Cultiven un clima de caridad fraterna, vivida con radicalidad evangélica en el nombre de Jesús y de su amor, desarrollen un ambiente de relaciones de amistad, comunicación, corresponsabilidad, participación, conciencia misionera, disponibilidad y servicialidad; estén animados por actitudes de estima, acogida y corrección recíprocas, de servicio y ayuda, y de mutua edificación; de este modo, animados por la comunión, que es manifestación del amor de Dios, fundamento y razón de la esperanza que no defrauda, serán un reflejo más brillante de la Trinidad y un signo que interpela e invita a creer”

Beato Juan Pablo II


Tema del día:
A Jesús le basta con poco


El domingo pasado veíamos cómo Jesús, después del trabajo misionero de los apóstoles por aquellos pueblos, les quiso dar unas pequeñas vacaciones retirándose a un lugar tranquilo; pero veíamos cómo la multitud de gente, deseosa de escuchar la palabra de Jesús, les fue siguiendo, de modo que Jesús tuvo que comenzar de nuevo a enseñar su palabra y a instruirles sobre las cosas del Reino de Dios. Pues bien, así siguieron todo el día y, como estaban en terreno más bien desierto, se encontraron con un problema. Y es que la mayoría de la gente, por el deseo de seguir a Jesús, no había llevado comida y el hambre se cebaba en toda aquella multitud.

Hoy se nos narra el gran milagro de la multiplicación de panes y peces. Tuvo que hacer mucho impacto entre la primitiva cristiandad, pues es de las pocas cosas que narran los cuatro evangelistas, y dos lo narran dos veces. Hoy, después de la narración el día anterior del evangelio de Marcos, se nos expone este milagro narrado por san Juan. La razón principal es para continuar en los domingos siguientes exponiéndonos la proclamación de la Eucaristía que hará Jesús en la sinagoga de Cafarnaún. San Juan emplea el milagro como un signo que le sirve para introducir esa proclama.

Jesús se da cuenta de la necesidad que tiene la gente y busca alguna solución. Esto ya es una enseñanza para nosotros. En el mundo hay muchas necesidades en todos los sentidos, materiales y espirituales. Algo debemos hacer. Seguramente podremos muy poco, pero eso poco es lo que nos pide el Señor. Jesús “ya sabía lo que iba a hacer”. Así nos dice el evangelista; pero quiere la colaboración de los suyos. Habla con Felipe y Andrés. Solían ir juntos, pues eran muy amigos y del mismo pueblo. Felipe calcula sobre la cantidad de dinero que haría falta, pero no tiene confianza. Andrés encuentra una solución, un muchacho tiene unos poquitos panes y peces; pero es una solución tan pequeña, que le falta confianza: “¿Qué es para tantos?” A Jesús le basta eso poco. Dios no suele hacer las maravillas del espíritu con grandes medios materiales. Así se ve en toda la Sagrada Escritura: lo débil vence a lo fuerte, no en el sentido material, sino en el espíritu. Porque lo débil material con la fuerza del espíritu hace maravillas. Así pasó con aquel muchacho y con aquellos pocos panes. El evangelista acentúa la pobreza de aquellos panes, diciendo que son de cebada. Hace más para la gloria de Dios quien, valiendo poco, lo da todo, que quien, valiendo mucho, se reserva egoístamente una parte para sí. A Dios le encanta la humildad entregada.

La gente al final quedó entusiasmada. Jesús había hecho algo que era muy bíblico: el dar milagrosamente de comer. Algo así como el maná del desierto o el agua o las codornices. Esto era señal de que era el Mesías. Esto era cierto; pero lo que no era verdadera era la idea que tenía la gente sobre la mesianidad. Muchos sólo tienen ansias materialistas y le quieren hacer rey a Jesús. Piensan que con tener a Jesús han solucionado el problema del hambre y de las ansias materiales. Pasa hoy día en algunos que se acercan a la religión y a la Iglesia, pensando sólo en solucionar problemas materiales. Dios quiere esto también. Por eso vemos cuántas cosas ha solucionado la religión, y específicamente la Iglesia, en problemas de hambre y de enfermedades. Pero Dios quiere el bien total, que no sólo es la salvación del alma, sino la fraternidad, la justicia y la paz. Todo ello se conseguirá si hay amor.

Es muy posible que los apóstoles participaran en este entusiasmo popular. El hecho es que Jesús, viendo todo ello, les mandó a los apóstoles que se fueran a la barca, despidió a la gente y se fue solo dentro del bosque para orar. Aquel entusiasmo materialista de la gente era como una tentación para Jesús. Muchas tentaciones debemos vencer con la oración, pues muchas veces de lo espiritual sólo buscamos soluciones materiales. Lo que Dios medirá al final y premiará será el grado de amor que hayamos puesto en la decisión de que Dios actúe a través de lo nuestro.

P. Silverio Velasco (España)


Nuevo video y artículo

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"Juan Pablo II inolvidable"
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Pensamientos sanadores


Pide al Señor el don de la prudencia

La prudencia es, entre las virtudes cardinales, la más importante, pues es la virtud que regula a las demás y las encamina hacia el fin del ser humano, hacia su progreso interior y exterior.
Las Sagradas Escrituras continuamente nos invitan a desearla y a trabajar desde nuestra experiencia, con los propios aciertos y errores, a fin de que siga desarrollándose día a día.
En las familias y en las comunidades en las cuales hay personas prudentes, la convivencia es armoniosa, y las dificultades se superan más fácilmente, mientras que todos los que la integran continúan creciendo.
Pídela, cada día, prudencia al Señor y verás cambios significativos en los resultados de tus palabras y acciones.

Si llamas a la inteligencia y elevas tu voz hacia el entendimiento, si la buscas como si fuera plata y la exploras como un tesoro, entonces comprenderás el temor del Señor y encontrarás la ciencia de Dios. Porque el Señor da la sabiduría, de su boca proceden la ciencia y la inteligencia. Proverbios 2, 3-6.


Oración a San Miguel Arcángel


San Miguel Arcángel
defiéndenos en la batalla.
Sé nuestro amparo contra la perversidad
y acechanzas del demonio.
Reprímale Dios, pedimos suplicantes,
y tú, Príncipe de la Milicia Celestial
arroja en el infierno con tu divino poder
a satanás y demás espíritus malignos
que andan dispersos por el mundo
para perdición de las almas.
Amén

La Festividad de San Miguel Arcángel se celebra el 29 de Setiembre.
Pero igualmente es una práctica muy recomendada el rezar esta oración
todos los días a la finalización de la Santa Misa.
Y también en estos tiempos para pedir por el Santo Padre
y por la santidad de todos los sacerdotes del mundo.
En "Pequeñas Semillitas" la publicaremos los días 29 de cada mes.


Nunca nos olvidemos de agradecer


Alguna vez leí que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana los mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.

Damos gracias a Dios y a quienes rezaron porque Aron, de Venezuela, niño de 5 años, recibió su trasplante de riñón y evoluciona muy bien.

Agradecemos también las oraciones porque la evolución de Alejandra, trasplantada de médula en Córdoba, Argentina, es muy favorable.

También agradecemos al Señor por la rápida evolución de Mariana, de Rosario, Argentina, operada de urgencia hace unos días, y con una recuperación excelente, ya en su casa.

Damos gracias a Dios porque la operación de cervical a la que fue sometida la señora Ayda R. de Puerto Ordaz, Venezuela fue todo un éxito y ella se está recuperando muy satisfactoriamente de esta intervención.


"Intimidad Divina"

Domingo XVII del Tiempo Ordinario

El tema central de este día es la providencia de Dios que satisface todas las necesidades del hombre. En los herbosos altozanos de Galilea Jesús, subido a un monte con los discípulos, se ve rodeado de una gran muchedumbre que acudía a él… Aquí, sólo cinco panes y dos peces sacian a unos cinco mil y quedan las sobras –doce canastos– para demostrar que Dios no es avaro en proveer a las necesidades de sus criaturas. Entonces, ¿cómo es que hay tanto hambriento en el mundo? Reflexionemos. Dios omnipotente puede hacerlo todo de la nada, pero frente a su criatura libre normalmente no obra sin su concurso. Lo que el hombre puede hacer es siempre poco, pero Dios lo quiere y hasta lo exige como condición previa a su intervención. Si hoy hay tanta gente que no encuentra pan suficiente para su hambre, ¿no dependerá de que quien nada en la abundancia no sabe ofrecer para los hermanos al menos lo superfluo?

El muchacho que cedió lo poco que tenía para que Jesús lo multiplicase, no encuentra muchos seguidores ni siquiera entre los creyentes. Cuando el hombre hace lo que está de su parte, Dios –siempre misericordioso y omnipotente– no deja de intervenir haciendo fructificar sus obras buenas. Santos como el Cottolengo o Don Guanella lo han experimentado hasta milagrosamente. Jesús que se conmueve y se preocupa por la muchedumbre hambrienta, llama a los fieles a la comprensión diligente de las necesidades ajenas, que no se limite a buenas palabras, sino que llegue a una ayuda concreta.

El milagro de la multiplicación de los panes es preparación y figura de un milagro mucho más estrepitoso, el eucarístico. No casualmente la descripción de los gestos del Señor –“tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió” (Jn 6, 11)– anticipa casi a la letra los gestos y las palabras de la institución de la Eucaristía. Luego de haber proveído tan largamente al hambre de los cuerpos, Jesús proveerá de modo divino e inefable a la de los espíritus. Alimentados de un único pan, el Cuerpo del Señor, los fieles forman un solo cuerpo, el Cuerpo místico de Cristo. Esta realidad basa el deber de la caridad y de la solidaridad cristiana de que habla San Pablo en la segunda lectura (Ef 4, 1-6) exhortando a los fieles a “mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz”, porque “hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, un Señor, una fe” (ib 4-5).

Señor, tú que viendo la muchedumbre hambrienta en el desierto dijiste: “Siento compasión de esta multitud”, tú que con cinco panes quitaste el hambre a cinco mil personas, mira benigno a tus hijos hambrientos… y, luego de haber saciado su hambre corporal, dígnate saciar también el hambre de sus almas con el alimento celestial de tu doctrina, tú que vives y reinas Dios por todos los siglos de los siglos. Así sea. (Pablo VI, Enseñanzas)

P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
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