PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 7 - Número 1803 ~ Viernes
31 de Agosto de 2012
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Alabado sea
Jesucristo…
Señor, gracias en este día, porque sé que tanto el justo
como el sabio y sus obras están en tus manos. Nada de lo que pueda suceder y elevar
mi orgullo, podrá tocarme si mantengo la perspectiva, de que todo está en tus
manos. No es lo que yo hago, eres Tú quien realmente manifiestas tu poder.
Señor, perdóname las veces que he permitido que la
vanagloria inunde todo mi corazón y las veces que me he olvidado de que todo lo
que sucede viene de tu mano. Yo no soy nada, solo un minúsculo instrumento de
tu voluntad.
Señor, ayúdame a seguir este camino que me marcas cada
día, no permitas que nada ni nadie me desvíe de él y dame las fuerzas para superar
todas las dificultades que se vayan presentando.
Señor Jesús, te pido que bendigas a mis amigos, hermanos
y lectores de esta página.
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta
parábola: «El Reino de los Cielos será semejante a diez vírgenes, que, con su
lámpara en la mano, salieron al encuentro del novio. Cinco de ellas eran
necias, y cinco prudentes. Las necias, en efecto, al tomar sus lámparas, no se
proveyeron de aceite; las prudentes, en cambio, junto con sus lámparas tomaron
aceite en las alcuzas. Como el novio tardara, se adormilaron todas y se
durmieron. Mas a media noche se oyó un grito: ‘¡Ya está aquí el novio! ¡Salid a
su encuentro!’. Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron y arreglaron sus
lámparas. Y las necias dijeron a las prudentes: ‘Dadnos de vuestro aceite, que
nuestras lámparas se apagan’. Pero las prudentes replicaron: ‘No, no sea que no
alcance para nosotras y para vosotras; es mejor que vayáis donde los vendedores
y os lo compréis’. Mientras iban a comprarlo, llegó el novio, y las que estaban
preparadas entraron con él al banquete de boda, y se cerró la puerta. Más tarde
llegaron las otras vírgenes diciendo: ‘¡Señor, señor, ábrenos!’. Pero él
respondió: ‘En verdad os digo que no os conozco’. Velad, pues, porque no sabéis
ni el día ni la hora».
(Mt 25,1-13)
Comentario
Hoy, Viernes XXI del tiempo ordinario, el Señor nos
recuerda en el Evangelio que hay que estar siempre vigilantes y preparados para
encontrarnos con Él. A media noche, en cualquier momento, pueden llamar a la
puerta e invitarnos a salir a recibir al Señor. La muerte no pide cita previa.
De hecho, «no sabéis ni el día ni la hora» (Mt 25,13).
Vigilar no significa vivir con miedo y angustia. Quiere
decir vivir de manera responsable nuestra vida de hijos de Dios, nuestra vida
de fe, esperanza y caridad. El Señor espera continuamente nuestra respuesta de
fe y amor, constantes y pacientes, en medio de las ocupaciones y preocupaciones
que van tejiendo nuestro vivir.
Y esta respuesta sólo la podemos dar nosotros, tú y yo.
Nadie lo puede hacer en nuestro lugar. Esto es lo que significa la negativa de
las vírgenes prudentes a ceder parte de su aceite para las lámparas apagadas de
las vírgenes necias: «Es mejor que vayáis donde los vendedores y os lo
compréis» (Mt 25,9). Así, nuestra respuesta a Dios es personal e
intransferible.
No esperemos un “mañana” —que quizá no vendrá— para
encender la lámpara de nuestro amor para el Esposo. Carpe diem! Hay que vivir
en cada segundo de nuestra vida toda la pasión que un cristiano ha de sentir
por su Señor. Es un dicho conocido, pero que no estará de más recordarlo de
nuevo: «Vive cada día de tu vida como si fuese el primer día de tu existencia,
como si fuese el único día de que disponemos, como si fuese el último día de
nuestra vida». Una llamada realista a la necesaria y razonable conversión que
hemos de llevar a término.
Que Dios nos conceda la gracia en su gran misericordia de
que no tengamos que oír en la hora suprema: «En verdad os digo que no os
conozco» (Mt 25,12), es decir, «no habéis tenido ninguna relación ni trato
conmigo». Tratemos al Señor en esta vida de manera que lleguemos a ser
conocidos y amigos suyos en el tiempo y en la eternidad.
Rev. D. Joan Ant. MATEO i García (La Fuliola, Lleida,
España)
Santoral Católico:
San Ramón Nonato
Patrono de las parturientas
Se le llama Nonato (no-nacido) porque nació después de
morir su madre. Ella murió al dar a luz. Después de la muerte le hicieron
cesárea para que el niño pudiera nacer.
Ramón significa: "protegido por la divinidad"
(Ra=divinidad. Mon=protegido). San Ramón nació en Cataluña, España, en 1204.
Muy joven entró en la Congregación de Padres Mercedarios que se dedicaban a
rescatar cautivos que los mahometanos habían llevado presos a Argel. Lo recibió
el mismo San Pedro Nolasco, fundador de la Comunidad.
Pocos años después de haber entrado de religioso fue
enviado con una gran cantidad de dinero a rescatar a los católicos que estaban
esclavizados por los musulmanes en África. Allá gastó todo el dinero en
conseguir la libertad de muchos cristianos y enviarlos otra vez a su patria, de
donde habían sido llevados secuestrados por los enemigos de nuestra religión.
Cuando se le acabó el dinero se ofreció el mismo a
quedarse como esclavo, con tal de que libertaran a algunos católicos que
estaban en grave peligro de perder su fe y su religión por causa de los atroces
castigos que los mahometanos les infligían.
Como entre los musulmanes está absolutamente prohibido
hablar de la religión católica, y Ramón se dedicó a instruir en la religión a
sus compañeros de esclavitud y aun hasta a algunos mahometanos, le dieron
terribles tormentos y lo azotaron muchas veces hasta dejarlo casi muerto. Y al
fin, como no se callaba, le amarraron la cara a una correa a la cual le echaron
candado, para que no pudiera hablar, y no abrían el candado sino cuando iba a
comer.
El jefe musulmán, con la esperanza de que Ramón volviera
a España y le llevara más dinero para rescatar cristianos, lo dejó en libertad.
Pero se dedicó a hablar de nuestra religión a cuantas más personas podía. Esto
hizo arder en cólera a los mahometanos y lo volvieron a encarcelar y a
atormentar. Al fin San Pedro Nolasco envió a algunos de sus religiosos con una
fuerte suma de dinero y pagaron su rescate y por orden de sus superiores volvió
a España.
Como premio de tantos heroísmos, el sumo Pontífice
Gregorio IX lo nombró Cardenal. Pero San Ramón siguió viviendo humildemente
como si fuera un pobre e ignorado religioso.
El Santo Padre lo llamó a Roma para que le colaborara en
la dirección de la Iglesia, y el humilde Cardenal emprendió el largo viaje a
pie. Pero por el camino lo atacaron unas altísimas fiebres y murió. Era el año
1240. Apenas tenía 36 años. Pero había sufrido y trabajado muy intensamente, y
se había ganado una gran corona para el cielo. Fue canonizado en 1657 por el
Papa Alejandro VII
A San Ramón le rezan las mujeres que van a tener un hijo,
para que les conceda la gracia de dar a luz sin peligro ni tormentos.
Fuente: EWTN
La frase de hoy
“El problema con la familia
es que los hijos abandonan un día la infancia,
pero los padres nunca dejan la paternidad”
Osho
Grandes sacerdotes:
Padre Pedro Grenón SJ
Frente la Capilla de Santa Ana en Córdoba Capital,
(Argentina), una plazoleta, casi totalmente cubierta por un hermoso palo
borracho, evoca el nombre del Padre Pedro Grenón.
Este sacerdote jesuita fue un historiador preocupado por
el patrimonio de Córdoba. Tuve la dicha de conversar en varias oportunidades
sobre temas relacionados con la historia del jesuitismo. Por alguna razón que desconozco, una imagen
me viene a la memoria sobre otras muchas: ya muy mayor, con su larga sotana que
hacía tiempo había pasado de negra a gris ratón, con una brocha en una mano y
en la otra un balde con cal, lentamente pintaba de blanco los graffitis de
inapropiadas leyendas que habían pintado en la
fachada del Colegio de Las Huérfanas mientras que, amablemente, saludaba
a los transeúntes.
El padre Pedro Grenón nació en Colonia Esperanza (Santa
Fe), el 26 de julio de 1878.
Inició sus estudios primarios en la escuela local
prosiguiéndolos en el Colegio de la Inmaculada de Santa Fe. Ingresa en el Noviciado de los jesuitas, en
Córdoba en el año 1888, completando luego sus estudios en lenguas, filosofía y
teología en España. El 26 de julio de 1911, es ordenado sacerdote jesuita. Al
regresar al país se desempeñó como profesor de francés e historia en el Colegio
de la Inmaculada de Santa Fe. Es trasladado a Córdoba en 1914, donde comienza a
trabajar con los vecinos de los barrios más pobres de la ciudad.
Sus superiores le encargaron historiar todo lo referente
a la Compañía. Fue fundador de la Academia de Historia de Córdoba, miembro de
la Junta de Historia Eclesiástica Argentina, miembro de la Junta Provincial de
Historia, vocal del Congreso Argentino del Norte y Centro, Consejero de la
Primera Semana de la Historia de Córdoba, presidente de la Comisión de
Nomenclador de calles y monumentos de Córdoba, delegado al Centenario de la
fundación de Villa Dolores, premiado por su Historia de Laguna Larga. En 1973
donó a la Municipalidad de Córdoba, toda su producción literaria e histórica.
Murió el 3 de abril de 1974, en la Clínica Reina Fabiola
de la ciudad de Córdoba.
Pensamientos sanadores
De la mano de Jesús, entra en el círculo del amor
La unión entre Jesús y su Madre, la “llena de gracia”,
supera a la que habitualmente existe entre una madre y un hijo, porque está
arraigada en la santidad de Jesús y en la santidad de la Virgen Santísima. Pero
esta unidad y comunión entre ellos, está especialmente robustecida por el deseo
de ambos de cumplir la voluntad del Padre.
También cuando tu corazón se llena del deseo de hacer
cada día y en las cosas cotidianas la voluntad del Padre, entras en el círculo
de comunión de amor entre María y Jesús, y ellos te abrazan con ese mismo amor,
lo cual me parece es verdaderamente maravilloso.
María dijo
entonces: “Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho”
Lucas 1, 38.
Pedidos de oración
Pedimos oración por la Paz del Mundo; por la Santa
Iglesia Católica; por el Papa, los sacerdotes y todos los que componemos el
cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno,
así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu
Santo; por las misiones, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos
especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por la unión de las
familias y la fidelidad de los matrimonios; por el aumento de las vocaciones
sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos oración por la salud física, psíquica y
espiritual de Estela C., de México, que ha tenido un derrame cerebral y ya no
puede vivir sola.
Pedimos oración por Aracelys V., de Maracay, Venezuela,
que el próximo 7 de septiembre será operada de la tiroides por segunda vez de
un tumor, poniéndola en manos de Jesús de la Divina Misericordia y de nuestra
Madre María, para que la operación sea exitosa.
Pedimos oración por Sara Hilda E., de México D.F. La
operaron de la vesícula y se complicó con pancreatitis. Que Jesús la ayude a
superar estas contingencias.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara
nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la
paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros
hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la
aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo
ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la
redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible
dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no
publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la
solicitud de oración. Por favor: en los pedidos ser breves y concretos y
enviarlos a pequesemillitas@gmail.com
y deben poner en el asunto “Pedido de oración”, ya que los correos que llegan
sin asunto (o con el asunto en blanco) son eliminados sin abrirlos. No se
reciben pedidos de oración a través de Facebook ni por otro medio que no sea el
correo antes señalado.
"Intimidad Divina"
Pedid y se os dará
“Pedid y se os dará; buscad y encontraréis; llamad y se
os abrirá” (Mt 7, 7). Jesús nos ha enseñado no sólo a adorar y a dar gracias al
Padre celestial, sino también a dirigirse a él con confianza filial en toda
necesidad La oración de petición, más que una demanda interesada, es un
reconocimiento práctico de nuestra total dependencia de Dios como criaturas. Su
eje, más que le indigencia del hombre es la providencia paternal de Dios fuente
única de la vida y de todo lo que contribuye a su conservación, tanto en el
plano natural como en el sobrenatural. Exponer a Dios las propias necesidades
equivale a confesar que proviene todo de él y dar testimonio de fe en su bondad
y paternidad. Al propio tiempo que insiste Jesús en esta confianza, recomienda
no charlar mucho “como los gentiles, que se figuran que por su palabrería van a
ser escuchados”, porque “vuestro Padre sabe lo que necesitáis sin pedírselo”
(Mt 6, 7-8). Lo que importa no son las muchas palabras, sino la intensidad
interior de la plegaria, intensidad de confianza en Dios que puede expresarse
en un sencillo grito del corazón.
Mientras la primera parte del “Padre nuestro” es el
módulo perfecto de la oración de adoración y de alabanza, la parte segunda lo
es de la oración de petición. En tres breves peticiones se resumen todas las
necesidades fundamentales del hombre, presentadas al Padre celestial con
sencillez y brevedad esenciales. “El pan nuestro de cada día dánosle hoy” (Mt
6, 11): el pan representa todo lo que sirve a la vida terrena; no es indecoroso
hablar de ello con Dios porque hasta la vida del cuerpo es don suyo y sólo
sustentándola es posible atender a su servicio. Todo en perfecta armonía con su
consejo: “No os preocupéis del mañana; el mañana se preocupará de sí mismo” (ib
34).
“Perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos
a nuestros deudores” (ib 12). El perdón de Dios es necesario al hombre más aún
que el pan, no sólo a causa de sus pecados, sino también porque toda su vida no
es más que una gran deuda para con el que le ha creado y redimido, y día a día
le conserva sus dones. El Padre celestial está pronto a condonar generosamente
toda deuda a sus hijos, a condición de que ellos sepan a su ve perdonarse
mutuamente cualquier ofensa. La petición del perdón es de las más
comprometedoras y exigentes.
“Y no nos dejes caer en tentación, más líbranos del mal”
(ib 13). El peor mal en que el cristiano puede caer es el pecado, por eso Jesús
le enseña a pedir no tanto verse libre de toda tentación cuanto no ceder a
ella. Como el niño que ante el peligro
busca refugio junto a su padre, así el cristiano ante la tentación se refugia
en el corazón de Dios. Es hijo y puede contar con el Padre celestial. Con tal
que su oración se inspire en la de Jesús, puede hacer cualquier demanda.
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
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