martes, 15 de agosto de 2017

Pequeñas Semillitas 3420

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 12 - Número 3420 ~ Martes 15 de Agosto de 2017
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Hoy celebramos una solemnidad de la Iglesia Católica: La Asunción de María al Cielo.
El dogma de la Asunción se refiere a que la Madre de Dios, luego de su vida terrena fue elevada en cuerpo y alma a la gloria celestial. Este Dogma fue proclamado por el Papa Pío XII, el 1º de noviembre de 1950, en la Constitución Munificentisimus Deus:
"Después de elevar a Dios muchas y reiteradas preces y de invocar la luz del Espíritu de la Verdad, para gloria de Dios omnipotente, que otorgó a la Virgen María su peculiar benevolencia; para honor de su Hijo, Rey inmortal de los siglos y vencedor del pecado y de la muerte; para aumentar la gloria de la misma augusta Madre y para gozo y alegría de toda la Iglesia, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo y con la nuestra, pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado que la Inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen María, terminado el curso de su vida terrenal, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria del cielo".

¡Buenos días!

Ofrenda de amor
“Hay personas pobres que distribuyen sonrisas. Existen personas que sufren pero nos comunican alegría. Por allí van personas incomprendidas que saben comprendernos. Conozco personas ofendidas que supieron perdonar. Conozco todas esas personas… y su secreto es amar”. Amigo, pasa por el mundo desparramando gotitas de amor.

Un señor llegó a nuestra casa con su hijito y me dijo: “Mi hijo la quiere mucho a usted, Madre Teresa, y durante un mes no ha gastado sus monedas porque quiere hacerle un regalo para los pobres a los que usted ama tanto”. Luego me dijo: “Me siento tan avergonzado delante de mi hijo. Yo también la quiero a usted; por eso he decidido que voy a dejar de fumar por un mes, no voy a beber por un mes y le voy a dar ese dinero a usted”. Aquí están un padre y un niño juntos ofreciendo su amor en acción. No se trata de cuánto demos, sino de cuánto amor ponemos en lo que damos.

La Madre Teresa de Calcuta repetía: “Si te preocupas demasiado por ti mismo, no te quedará tiempo para los demás. Si no vives para los demás, la vida carece de sentido”.  Dios nos hizo para amar y donarnos al prójimo. Encerrarte en ti mismo te dejará atrofiado y no te realizarás jamás. Una señal de madurez es entregarte más a los otros que a ti mismo.
* Enviado por el P. Natalio

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena del Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!».
Y dijo María: «Proclama mi alma la grandeza del Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada, porque ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso, Santo es su nombre y su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los que son soberbios en su propio corazón. Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada. Acogió a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como había anunciado a nuestros padres- en favor de Abraham y de su linaje por los siglos». María permaneció con ella unos tres meses, y se volvió a su casa. (Lc 1,39-56)

Comentario:
Hoy celebramos la solemnidad de la Asunción de Santa María en cuerpo y alma a los cielos. «Hoy —dice san Bernardo— sube al cielo la Virgen llena de gloria, y colma de gozo a los ciudadanos celestes». Y añadirá estas preciosas palabras: «¡Qué regalo más hermoso envía hoy nuestra tierra al cielo! Con este gesto maravilloso de amistad —que es dar y recibir— se funden lo humano y lo divino, lo terreno y lo celeste, lo humilde y lo sublime. El fruto más granado de la tierra está allí, de donde proceden los mejores regalos y los dones de más valor. Encumbrada a las alturas, la Virgen Santa prodigará sus dones a los hombres».
El primer don que te prodiga es la Palabra, que Ella supo guardar con tanta fidelidad en el corazón, y hacerla fructificar desde su profundo silencio acogedor. Con esta Palabra en su espacio interior, engendrando la Vida para los hombres en su vientre, «se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel» (Lc 1,39-40). La presencia de María expande la alegría: «Apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno» (Lc 1,44), exclama Isabel.
Sobre todo, nos hace el don de su alabanza, su misma alegría hecha canto, su Magníficat: «Proclama mi alma la grandeza del Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador...» (Lc 1,46-47). ¡Qué regalo más hermoso nos devuelve hoy el cielo con el canto de María, hecho Palabra de Dios! En este canto hallamos los indicios para aprender cómo se funden lo humano y lo divino, lo terreno y lo celeste, y llegar a responder como Ella al regalo que nos hace Dios en su Hijo, a través de su Santa Madre: para ser un regalo de Dios para el mundo, y mañana un regalo de nuestra humanidad a Dios, siguiendo el ejemplo de María, que nos precede en esta glorificación a la que estamos destinados.
P. Abad Dom Josep ALEGRE Abad de Santa Mª de Poblet  (Tarragona, España)

Santoral Católico:
La Asunción de la Virgen María
Solemnidad
La Madre de Dios fue asociada estrechamente, por voluntad del Padre, a los misterios de su Hijo. Como dice el Prefacio, «el Señor no quiso que conociera la corrupción del sepulcro la mujer que, por obra del Espíritu, concibió en su seno al autor de la vida». Al respecto escribía Pío XII: «A la manera que la gloriosa resurrección de Cristo fue parte esencial y último trofeo de su más absoluta victoria sobre la muerte y el pecado, así la lucha de la bienaventurada Virgen, común con su Hijo, había de concluir con la glorificación de su cuerpo virginal... Por eso, la augusta Madre de Dios, misteriosamente unida a Jesucristo desde toda la eternidad... consiguió, al fin, como corona suprema de sus privilegios, ser conservada inmune de la corrupción del sepulcro y, del mismo modo que antes su Hijo, vencida la muerte, ser levantada en cuerpo y alma a la suprema gloria del cielo». Y la Constitución papal que en 1950 declaró el dogma de la Asunción concluía con esta definición: «Que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, cumplido el curso de su vida terrestre, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial».
Oración: Dios todopoderoso y eterno, que has elevado en cuerpo y alma a los cielos a la inmaculada Virgen María, Madre de tu Hijo, concédenos, te rogamos, que, aspirando siempre a las realidades divinas, lleguemos a participar con ella de su misma gloria en el cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
© Directorio Franciscano   

Pensamiento del día 
“Si se levanta la tempestad de las tentaciones,
si caes en el escollo de las tristezas,
eleva tus ojos a la Estrella del Mar:
¡Invoca a María!”.
(San Bernardo de Claraval)

Tema del día:
La Asunción y nosotros

Santa María asunta a los Cielos es para nosotros, hijos de la Iglesia peregrinante, un signo de esperanza que brilla intenso en el horizonte, signo que nos atrae, nos alienta y anima a seguir sus huellas y caminar juntos y confiadamente hacia donde Ella se encuentra gloriosa junto a su Hijo resucitado.

¡El triunfo de María nos llena de esperanza! Sí, al mirarla gloriosa tenemos la certeza confiada de que también nosotros, bajo su guía y cuidado maternal, avanzamos hacia la transfiguración gloriosa de nuestras existencias, hacia la plena participación del amor y comunión de Dios, hacia la gloria definitiva y máxima felicidad que sólo Dios puede dar al ser humano.

Pero María, asunta a los Cielos, no se desentiende del destino terreno y eterno de sus hijos e hijas. ¡Todo lo contrario! Ella, desde el Cielo, ejerce activamente su misión maternal. Enaltecida y glorificada al lado de su Hijo, nos acompaña intercediendo por nosotros, alentando nuestra esperanza y confianza en las promesas de su Hijo, invitándonos a vivir con visión de eternidad, cuidándonos, protegiéndonos, educándonos con sus palabras y el ejemplo de su vida entregada al amoroso y servicial cumplimiento del Plan divino.

La Mujer que ahora y por toda la eternidad ve plenamente colmada las esperanzas de su terreno peregrinar, nos invita también a nosotros a ser hombres y mujeres de esperanza para tantos que en el mundo de hoy carecen de esperanza. De este modo, todo hijo de María está llamado a ser signo de esperanza para muchos, apóstol que lleve a cuantos más pueda al encuentro con el Señor resucitado.

Poesía:
La Asunción de la Virgen
 
¿A dónde va, cuando se va, la llama?
¿A dónde va, cuando se va, la rosa?
¿Qué regazo, qué esfera deleitosa,
qué amor del Padre la alza y la reclama?

Esta vez como aquélla, aunque distinto;
el Hijo ascendió al Padre en pura flecha.
Hoy va la Madre al Hijo, va derecha,
al Uno y Trino, al trono en su recinto.

Por eso el aire, el cielo, rasga, horada,
profundiza en columna que no cesa,
se nos va, se nos pierde, pincelada
de espuma azul en el azul sorpresa.

No se nos pierde, no; se va y se queda.
Coronada de cielos, tierra añora
y baja en descensión de Mediadora,
rampa de amor, dulcísima vereda.
Gerardo Diego (1896-1987)

Nuevo artículo

Hay nuevo material publicado en el blog
"Juan Pablo II inolvidable"
sobre la Asunción de María y San Juan Pablo II
Puedes acceder en la dirección:

Meditaciones
Con el misterio de la Asunción a los cielos se han realizado definitivamente en María todos los efectos de la única mediación de Cristo Redentor del mundo y Señor resucitado: “Todos vivirán en Cristo. Pero cada cual en su rango: Cristo como primicia; luego, los de Cristo en su Venida” (1 Co 15, 22-23).
En el misterio de la Asunción se expresa la fe de la Iglesia, según la cual María “está también íntimamente unida” a Cristo porque, aunque como madre-virgen estaba singularmente unida a él en su primera venida, por su cooperación constante con él lo estará también a la espera de la segunda.
Redimida de modo eminente, en previsión de los méritos de su Hijo, ella tiene también aquella función, propia de la Madre, de mediadora de clemencia en la venida definitiva, cuando todos los de Cristo revivirán, y “el último enemigo en ser destruido será la Muerte” (1 Co 15, 26). [...]
En su asunción a los cielos, María está como envuelta por toda la realidad de la comunión de los santos, y su misma unión con el Hijo en la gloria está dirigida toda ella hacia la plenitud definitiva del Reino, cuando “Dios sea todo en todas las cosas”.
Papa San Juan Pablo II: Encíclica Redemptoris Mater, 25 marzo 1987, n°41

Los cinco minutos de María
Agosto 15
Coros celestes cantan y alaban a nuestra Señora que sube a los cielos.
La vi tan bella como la aurora, cual sol luciendo en medio del cielo.
La vi tan bella, la vi tan radiante, Reina en el cielo, cerca de Dios.
Virgen María, Reina del cielo, llena de gracia, ruega por mí.
Que por los siglos, Virgen María, todos alaben a nuestro Dios.
María, que nos precediste en la resurrección y en tu gloriosa asunción, que tu Corazón nos señale siempre el camino a la gloria de Dios.
* P. Alfonso Milagro


FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)

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