lunes, 18 de septiembre de 2017

Pequeñas Semillitas 3451

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 12 - Número 3451 ~ Lunes 18 de Setiembre de 2017
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
En el Evangelio de ayer domingo, Jesús insta a perdonar “setenta veces siete”… o lo que es lo mismo: “siempre”. Y en el Ángelus, el papa Francisco expresó: “Desde nuestro bautismo Dios nos ha perdonado, condonándonos una deuda insoluble: el pecado original. Después, con una misericordia sin límites, Él nos perdona todas las culpas apenas mostremos aunque sea solo un pequeño signo de arrepentimiento”.
Volviendo sobre el mismo tema, bien valen estas palabras/sugerencias:
“Sé indulgente. Olvida las pequeñas penas que te hayan podido causar; no conserves ningún resentimiento por las palabras inconsideradas o desfavorables que se han dicho contra ti; excusa los descuidos, las ligerezas de las cuales eres víctima; juzga siempre de buena intención a aquellos que te hayan hecho algún agravio, en fin, muestra un semblante amable en todas las ocasiones. De esta manera estarás en paz con tu prójimo y practicarás de modo excelente la caridad cristiana, que es imposible practicar sin una indulgencia en todos los instantes”.
Muy buenos consejos para alcanzar eso que a primera vista parece tan complicado: perdonar siempre.

¡Buenos días!

Poder del buen ejemplo
Un refrán dice “las palabras mueven, pero los ejemplos arrastran”. El poder del testimonio es enorme y decisivo. Las palabras están devaluadas. Nunca el mensaje de Jesús tuvo tanta fuerza como cuando pregonó el amor desde la cruz. Para construir a tu alrededor una civilización del amor aporta cada día gestos de servicio, de humildad y generosidad.

En una ciudad alemana bombardeada en la última Guerra Mundial, encontraron, entre las ruinas, un Cristo a quien le faltaban las manos y las piernas. Aquellos habitantes decidieron conservar así, sin manos y sin pies, a aquel Cristo, como recuerdo de la barbarie de la guerra, y de que somos nosotros los llamados a ser las manos y los pies de Cristo. Una excelente manera de describir nuestra misión de testigos: ser las manos y los pies de Cristo para llevar su mensaje de justicia, de fraternidad, de esperanza, de amor a cuantos nos rodean.

Tanto los buenos como los malos ejemplos moldean el ambiente en que vivimos. Ojalá que triunfen los que favorecen lo bueno, digno, noble. Porque si prevalece el egoísmo salvaje, llegaremos a una pérdida tal de los valores humanos que la vida será muy triste, que faltará lo más hermoso: el respeto, la comprensión, el amor. Amigo/a: aporta hoy tu granito de arena.
* Enviado por el P. Natalio

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
En aquel tiempo, cuando Jesús hubo acabado de dirigir todas estas palabras al pueblo, entró en Cafarnaúm. Se encontraba mal y a punto de morir un siervo de un centurión, muy querido de éste. Habiendo oído hablar de Jesús, envió donde Él unos ancianos de los judíos, para rogarle que viniera y salvara a su siervo. Éstos, llegando donde Jesús, le suplicaban insistentemente diciendo: «Merece que se lo concedas, porque ama a nuestro pueblo, y él mismo nos ha edificado la sinagoga».
Jesús iba con ellos y, estando ya no lejos de la casa, envió el centurión a unos amigos a decirle: «Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres bajo mi techo, por eso ni siquiera me consideré digno de salir a tu encuentro. Mándalo de palabra, y quede sano mi criado. Porque también yo, que soy un subalterno, tengo soldados a mis órdenes, y digo a éste: ‘Vete’, y va; y a otro: ‘Ven’, y viene; y a mi siervo: ‘Haz esto’, y lo hace».
Al oír esto Jesús, quedó admirado de él, y volviéndose dijo a la muchedumbre que le seguía: «Os digo que ni en Israel he encontrado una fe tan grande». Cuando los enviados volvieron a la casa, hallaron al siervo sano. (Lc 7,1-10)

Comentario:
Hoy, nos enfrentamos a una pregunta interesante. ¿Por qué razón el centurión del Evangelio no fue personalmente a encontrar a Jesús y, en cambio, envió por delante algunos notables de los judíos con la petición de que fuese a salvar a su criado? El mismo centurión responde por nosotros en el pasaje evangélico: Señor, «ni siquiera me consideré digno de salir a tu encuentro. Mándalo de palabra, y quede sano mi criado» (Lc 7,7).
Aquel centurión poseía la virtud de la fe al creer que Jesús podría hacer el milagro —si así lo quería— con sólo su divina voluntad. La fe le hacía creer que, prescindiendo de allá donde Jesús pudiera hallarse, Él podría sanar al criado enfermo. Aquel centurión estaba muy convencido de que ninguna distancia podría impedir o detener a Jesucristo, si quería llevar a buen término su trabajo de salvación.
Nosotros también estamos llamados a tener la misma fe en nuestras vidas. Hay ocasiones en que podemos ser tentados a creer que Jesús está lejos y que no escucha nuestros ruegos. Sin embargo, la fe ilumina nuestras mentes y nuestros corazones haciéndonos creer que Jesús está siempre cerca para ayudarnos. De hecho, la presencia sanadora de Jesús en la Eucaristía ha de ser nuestro recordatorio permanente de que Jesús está siempre cerca de nosotros. San Agustín, con ojos de fe, creía en esa realidad: «Lo que vemos es el pan y el cáliz; eso es lo que tus ojos te señalan. Pero lo que tu fe te obliga a aceptar es que el pan es el Cuerpo de Jesucristo y que en el cáliz se encuentra la Sangre de Jesucristo».
La fe ilumina nuestras mentes para hacernos ver la presencia de Jesús en medio de nosotros. Y, como aquel centurión, diremos: «Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres bajo mi techo» (Lc 7,6). Por tanto, si nos humillamos ante nuestro Señor y Salvador, Él viene y se acerca a curarnos. Así, dejemos a Jesús penetrar nuestro espíritu, en nuestra casa, para curar y fortalecer nuestra fe y para llevarnos hacia la vida eterna.
Fr. John A. SISTARE (Cumberland, Rhode Island, Estados Unidos)

Santoral Católico:
San José de Cupertino
Religioso – Patrón de los estudiantes
Nació el año 1603 en Copertino, pueblo del sur de Italia, de familia pobre y honrada. Desde joven mostró tener muy escasas las dotes intelectuales y las habilidades manuales. Superando muchas dificultades ingresó en la Orden de los franciscanos conventuales y sólo gracias a la fuerte ayuda de Dios llegó al presbiterado. Tras su ordenación sacerdotal se entregó de lleno al sagrado ministerio, inflamado en celo de las almas. Adornado de carismas singulares, éxtasis y levitaciones, por lo que es conocido como el «Santo de los vuelos», los superiores tuvieron que cambiarlo con frecuencia de un convento a otro, huyendo del fanatismo popular. Descolló por su obediencia, humildad, paciencia y caridad para con los necesitados de Dios. Manifestó ardiente devoción a los misterios de la vida de Cristo, en especial la Eucaristía, y a la Madre de Dios. Sus biógrafos dicen que lograba transmitir su santa y franciscana alegría mediante el modo de orar, enriquecido por atractivas composiciones musicales y versos populares que entusiasmaban a sus oyentes, reavivando su devoción. Murió en Ósimo (Marcas) en 1663.
Oración: Dios de misericordia, que con admirable sabiduría has querido que tu Hijo, al ser levantado de la tierra, atrajera todas las cosas hacia él, concédenos, por intercesión de san José de Copertino, tender a la perfección que nos has propuesto en la persona de tu Hijo, y vernos libres de la malicia de este mundo. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
© Directorio Franciscano   

Pensamiento del día

“La vida me ha enseñado que la gente es amable, si yo soy amable;
que las personas están tristes, si estoy triste;
que todos me quieren, si yo los quiero;
que todos son malos, si yo los odio;
que hay caras sonrientes, si les sonrío;
que hay caras amargas, si estoy amargado;
que el mundo está feliz, si yo soy feliz;
que la gente se enoja, si yo estoy enojado;
que las personas son agradecidas, si yo soy agradecido.
La vida es como un espejo:
si sonrío, el espejo me devuelve la sonrisa.
La actitud que tome frente a la vida,
es la misma que la vida tomará ante mí”
Ghandi

Tema del día:
Los siete Sacramentos
(Explicación para niños)
¿Tienes que explicarle los sacramentos a tu hijo o a tu hija? ¿Te falta material para la catequesis en tu parroquia? ¿A veces te resulta un poco complicado? No te preocupes. A través del libro Guía de los Sacramentos para niños de Arturo Cañamares publicado por Ediciones Palabra, y de este artículo, te vamos a ayudar a usar las palabras adecuadas para que ellos lo entiendan bien.

Para empezar, tenemos que saber qué son los sacramentos. Los sacramentos son acciones de Dios con las que nos muestra el amor que tiene por sus hijos. Todos ellos han sido creados (instituidos) por Él, y por eso, es Él mismo quien los realiza a través de distintos medios.

¿Y para qué nos los dio? Para darnos la gracia. Es decir, para darnos, junto con su amor, la fuerza necesaria para luchar contra las dificultades de la vida. Claro que siempre y cuando nosotros tengamos una disposición y una actitud positivas de querer agradar a Dios.

¿Cuáles son los siete Sacramentos?

1. Bautismo
Cuando nacemos, lo hacemos con el primero de los pecados. Se llama pecado original y fue el que cometieron nuestros primeros padres Adán y Eva. Al bautizarnos nos limpiamos de ese pecado y de todos los cometidos antes de recibirlo, nos hacemos hijos de Dios y pasamos a formar parte de la Iglesia. Dios se pone muy contento cuando el sacerdote, al derramar agua bendita sobre el bautizado, dice: “Yo te bautizo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”.

2. Confirmación
Es tan sencillo como que Dios (Su Espíritu Santo), nos aumenta la fe para que tengamos la seguridad de que Él está con nosotros hasta que lleguemos al Cielo, para lo que también nos da esperanza. Finalmente, nos aumenta la caridad para que le amemos más a Él y a los que nos rodean. En este caso, tiene que ser un obispo el que imponga sus manos sobre el confirmante y unja con aceite (el Santo Crisma), mientras dice: “Recibe por esta señal el don del Espíritu Santo”.

3. Penitencia
¡Este Sacramento es un enorme regalo de Dios! A través de un sacerdote que escucha nuestros pecados cuando vamos a confesarlos en confidencia con él, Dios nos perdona todo en lo que le hemos ofendido. Eso sí, tenemos que ir bien arrepentidos por el mal que hemos hecho y el bien que hemos dejado de hacer. Además, nos da una paz tremenda y nos aumenta la fuerza para ser buenos cristianos, buenos hijos de Dios.

4. Eucaristía
Todos los días Jesús convierte el pan y vino en su Cuerpo y su Sangre en la santa Misa. Esto ocurre en un momento llamado Consagración. De este modo podemos comerle y recibirle en nuestra alma. Jesús instituyó este sacramento en la Última Cena con los doce apóstoles. Este tiene un plus: perdona los pecados veniales y nos preserva de los mortales para el futuro. Es el mismísimo Jesús el que tenemos dentro de nosotros.

5. Matrimonio
Este sacramento es la unión entre un hombre y una mujer para siempre. Cuando estos se casan en la iglesia, es Dios quien está uniendo sus cuerpos y sus almas. Los que se casan no deben romper ese matrimonio: “Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre”. (San Marcos 10, 9). El modelo que los hombres y mujeres tienen que seguir es el de la Sagrada Familia: Jesús, la Virgen María y San José.

6. Orden sacerdotal
Este lo reciben solo los que tienen vocación al sacerdocio, que luego son los que pueden administrar todos estos sacramentos. Es un obispo quien impone las manos y reza sobre el nuevo sacerdote, consagrándole. El orden sacerdotal otorga una especial efusión del Espíritu Santo y tiene una característica especial: quien recibe este sacramento, será sacerdote para siempre.

7. Unción de los enfermos
Dios ama a los enfermos. Cuando alguien está muy enfermo o es muy mayor y puede morirse pronto, necesita la ayuda de Dios para ese momento. La unción es una ayuda que es fuerza, paz y ánimo. Además de perdonar todos los pecados del enfermo y prepararle para el momento de la muerte. Es como si se crease una unión con la Pasión que Cristo sufrió. Así, los enfermos ayudan con sus dolores a llevar la Cruz a Jesús y a la vez, Él les ayuda a ellos en sus últimos momentos de vida.
Fuente: Catholic Link / Aleteia

Meditaciones
Uno de los puntos importantes de Fátima es la consagración al Inmaculado Corazón de María. En la aparición del 13 de julio de 1917 había dicho a los niños: “Vendré a pedir la consagración de Rusia”. Esto lo cumplió el 13 de junio de 1929. Ese día le dijo a Lucía: “Ha llegado el momento en que Dios pide al Santo Padre que haga en unión con todos los obispos del mundo la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón, prometiendo salvarla por este medio. Son tantas las almas que la justicia de Dios condena por pecados cometidos contra Mí, que vengo a pedir reparación. Sacrifícate por esta intención y ora”. Esta consagración de Rusia al Corazón Inmaculado de María, en unión con todos los obispos del mundo, la hizo el Papa Juan Pablo II el 25 de marzo de 1984. Lucía, en carta del 8 de noviembre de 1989, confirmó personalmente que este acto solemne y universal de consagración correspondía a los deseos de Nuestra Señora.
Resumiendo el mensaje de Fátima, podemos decir que María nos pide conversión, penitencia, oración, devoción y consagración a su Inmaculado Corazón y rezo del Rosario. Sobre el Rosario, le dijo Lucía al Padre Agustín Fuentes: “Los últimos remedios dados al mundo son: el Rosario y la devoción a su Inmaculado Corazón... Desde que la Santísima Virgen nos enseñó la eficacia del santo Rosario, comprendo que no hay problema material, espiritual o internacional que no se pueda resolver con el santo Rosario y nuestros sacrificios”.

Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones; por el triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María;  por la conversión de todos los pueblos; por la Paz en el mundo; por los cristianos perseguidos y martirizados en Medio Oriente, África, y en otros lugares; por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la falta de trabajo, el hambre y la pobreza; por los niños con cáncer y otras enfermedades graves; por el drama de los refugiados del Mediterráneo; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo; por las víctimas de catástrofes naturales; por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración por el eterno descanso del alma de Marcelo P., argentino fallecido ayer en Chile en un accidente de moto. Que Dios reciba su alma en el cielo y María dé consuelo a su familia.

Pedimos oración para Norma R. C., que vive en Venezuela, y hace un mes le han diagnosticado cáncer, rogando a Dios por su salud. 

Pedimos oración para Patricio, de Córdoba, Argentina, que por diagnóstico de cáncer ha comenzado con quimioterapia, rogando a Jesús que lo fortalezca y alcance la curación.

Pedimos oración para el niño Ián C., de 15 años de edad, de la ciudad de La Plata, Argentina, afectado de un tumor en la cabeza y esta semana será nuevamente internado para sus tratamientos. Que el Señor le conceda sus gracias de sanación y la Santísima Virgen acompañe a su familia en estos difíciles momentos.

Continuamos unidos en oración por medio del rezo del Santo Rosario poniendo en Manos de Nuestra Madre Bendita todas nuestras preocupaciones, alegrías y necesidades, poniendo al mundo entero en Manos de nuestra Madre y pidiéndole a Ella paz para el mundo, al rezar por la paz; rezamos por todo, por la paz en el mundo, en los corazones, porque la violencia sea desterrada, por la paz para los niños que están en peligro de ser abortados.  Paz para los jóvenes que no encuentran el camino, paz para los deprimidos. Paz para los que no han tenido la dicha de conocer al Amor. En fin rezamos por la paz, y sigamos haciéndolo.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Los cinco minutos de María
Setiembre 18
Por un instante la oración creación entera se detuvo y dirigió su mirada a los labios de una doncella de Nazaret. El saludo del ángel de Dios flotaba aún en el aire de aquella primavera inconcebible para la carne, en la que el Dios eterno se haría uno de nosotros.
Todas las potencias celestiales miraron a la débil muchacha y esperaron: no satisfecho Dios con enviar a su Hijo único a morar en la tierra, hombre igual a los hombres en todo menos en el pecado, hace depender su plan de los labios de la joven. ¡Y la joven acepta a Dios en su seno!
Nuestra Señora del Sí, que al pronunciarlo derramaste alegría sobre todo lo que vive, ayúdame a decir siempre “sí” a la voluntad de Dios sobre mi vida.
* P. Alfonso Milagro

FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)

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