PEQUEÑAS
SEMILLITAS
Año
13 - Número 3600 ~ Miércoles 21 de Febrero de 2018
Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Dios
siempre nos envía señales. ¿Cómo nos envía Dios señales? Dios nos las envía
fundamentalmente a través de nuestra conciencia. Una conciencia que tiene que
estar buscando constantemente a Dios; una conciencia que no tiene que detenerse
jamás a pesar de las barreras de las murallas que hay en la propia alma.
Hagamos
de nuestra existencia, de nuestro camino, de nuestro encuentro con Dios, un
constante aceptar el modo en el que Dios me ha hablado, aunque yo no lo
entienda. “Aunque este muy lejos Salomón”. Abramos nuestros ojos, abramos
nuestro corazón, nuestra vida a las señales de Dios y permitamos que el Señor
vaya señalando, indicando por dónde nos quiere llevar.
Si
algún día no sabemos por dónde nos está llevando, que solamente nos preocupe el
no perder de vista las señales de Dios. No importa por dónde nos lleve, eso es
problema de Él. Nuestro auténtico problema, es no perder de vista las señales
de Dios, porque por donde Él nos lleve, tendremos siempre la certeza de que nos
está llevando por el camino siempre correcto, por el que nosotros necesitamos
ir.
Que
ésta sea nuestra oración y el más profundo fruto de esta Cuaresma: ser tan
auténticos con nosotros mismos, que seamos capaces de ver la autenticidad con
la que Dios nos habla. Que nunca la autenticidad de Dios, choque con la
inautenticidad de nuestra vida. Que la autenticidad con la que Él se manifiesta
en nuestra existencia, a través de sus señales, encuentre siempre como eco el
corazón abierto, dispuesto, auténtico, que recibe todas las señales que el
Señor le da.
P. Cipriano Sánchez
¡Buenos días!
Perdonar
Si
comprendiéramos, no haría falta perdonar. Fuera de casos excepcionales, nadie
actúa con mala intención. ¿No estarás tú atribuyendo a esa persona intenciones
perversas que ella nunca las tuvo? El parece orgulloso; no es orgullo, es
timidez. Parece un tipo obstinado; no es obstinación, es un mecanismo de
autoafirmación. Estas reflexiones, el P. Larrañaga las completa con una oración
liberadora y sanadora:
Jesucristo, poderoso y amoroso Señor, calma dentro de
mí este tormento de hostilidad que siento contra esa persona. Yo quiero sentir
por esa persona lo que tú sientes en este momento por ella, lo que tú sentías
al morir en la cruz por ella. Perdónale tú dentro de mí. Y, con mis
sentimientos, transformados en tus sentimientos perdónale y ámale dentro de mí,
en vez de mí, conmigo; quiero perdonarle como tú le perdonas; quiero mirar a
ese ser con tus ojos y abrazarlo con tus brazos. Yo lo quiero. Yo lo comprendo.
Yo lo perdono. Yo lo amo, como tú, mi Señor.
El
amor que pide Jesús debe llevarnos a evitar en la convivencia cotidiana las
faltas de aceptación, incomprensiones, y malentendidos. El Señor nos quiere ver
fraternos, bondadosos, pacíficos, cordiales… No es fácil, pero lo podrás, si lo
pides cada día: “Señor, ayúdame a ser hoy comprensivo, compasivo y paciente con
todos”. Que pases un día feliz de buena convivencia.
* Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
En
aquel tiempo, habiéndose reunido la gente, Jesús comenzó a decir: «Esta
generación es una generación malvada; pide una señal, y no se le dará otra
señal que la señal de Jonás. Porque, así como Jonás fue señal para los
ninivitas, así lo será el Hijo del hombre para esta generación. La reina del
Mediodía se levantará en el Juicio con los hombres de esta generación y los
condenará: porque ella vino de los confines de la tierra a oír la sabiduría de
Salomón, y aquí hay algo más que Salomón. Los ninivitas se levantarán en el
Juicio con esta generación y la condenarán; porque ellos se convirtieron por la
predicación de Jonás, y aquí hay algo más que Jonás». (Lc 11,29-32)
Comentario:
Hoy,
Jesús nos dice que la señal que dará a la “generación malvada” será Él mismo,
como la “señal de Jonás” (cf. Lc 11,30). De la misma manera que Jonás dejó que
lo arrojaran por la borda para calmar la tempestad que amenazaba con hundirlos
—y, así, salvar la vida de la tripulación—, de igual modo permitió Jesús que le
arrojasen por la borda para calmar las tempestades del pecado que hacen
peligrar nuestras vidas. Y, de igual forma que Jonás pasó tres días en el
vientre de la ballena antes de que ésta lo vomitara sano y salvo a tierra, así
Jesús pasaría tres días en el seno de la tierra antes de abandonar la tumba
(cf. Mt 12,40).
La
señal que Jesús dará a los “malvados” de cada generación es su muerte y
resurrección. Su muerte, aceptada libremente, es la señal del increíble amor de
Dios por nosotros: Jesús dio su vida para salvar la nuestra. Y su resurrección
de entre los muertos es la señal de su divino poder. Se trata de la señal más
poderosa y conmovedora jamás dada.
Pero,
además, Jesús es también la señal de Jonás en otro sentido. Jonás fue un icono
y un medio de conversión. Cuando en su predicación «dentro de cuarenta días
Nínive será destruida» (Jon 3,4) advierte a los ninivitas paganos, éstos se
convierten, pues todos ellos —desde el rey hasta niños y animales— se cubren
con arpillera y cenizas. Durante estos cuarenta días de Cuaresma, tenemos a
alguien “mucho más grande que Jonás” (cf. Lc 11,32) predicando la conversión a
todos nosotros: el propio Jesús. Por tanto, nuestra conversión debiera ser
igualmente exhaustiva.
«Pues
Jonás era un sirviente», escribe san Juan Crisóstomo en la persona de
Jesucristo, «pero yo soy el Maestro; y él fue arrojado por la ballena, pero yo
resucité de entre los muertos; y él proclamaba la destrucción, pero yo he
venido a predicar la Buena Nueva y el Reino».
La
semana pasada, el Miércoles de Ceniza, nos cubrimos con ceniza, y cada uno
escuchó las palabras de la primera homilía de Jesucristo, «Arrepiéntete y cree
en el Evangelio» (cf. Mc 1,15). La pregunta que debemos hacernos es: —¿Hemos
respondido ya con una profunda conversión como la de los ninivitas y abrazado
aquel Evangelio?
Fr. Roger J. LANDRY (Hyannis, Massachusetts, Estados
Unidos)
Santoral Católico:
San Pedro Damián
Obispo y Doctor de la Iglesia
Nació
en Rávena el año 1007, de una familia pobre y numerosa. Pronto quedó huérfano,
pero con la ayuda de un hermano suyo realizó estudios en Rávena, Faenza y
Padua, y luego ejerció la docencia universitaria. A los 28 años se retiró al
yermo camaldulense de Fonte Avellana, del que más tarde sería elegido prior;
fue reformador y propagador de la vida religiosa. En aquella dura época ayudó
eficazmente a los papas, con sus escritos y legaciones, en la reforma de la
Iglesia y en la formación del clero, preparando así la gran reforma de Gregorio
VII. Creado cardenal y obispo de Ostia, murió en Faenza el 22 de febrero de
1072; su fiesta se celebra hoy 21.
Oración: Dios todopoderoso, concédenos seguir con
fidelidad los consejos y ejemplos de san Pedro Damiani, obispo, para que,
amando a Cristo sobre todas las cosas, y dedicados siempre al servicio de tu
Iglesia, merezcamos llegar a los gozos eternos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
© Directorio Franciscano - Aciprensa
Pensamiento del día
Cualquiera que sea la pregunta, la respuesta es el
Amor.
Cualquiera que sea el problema, la respuesta es el
Amor.
Cualquiera que sea la enfermedad, la respuesta es el
Amor.
Cualquiera que sea el dolor, la respuesta es el Amor.
Cualquiera que sea el miedo, la respuesta es el Amor.
El Amor es siempre la respuesta.
Porque el Amor es todo lo que existe.
(Santa Teresa de Calcuta)
Poesía:
Sabrás
Sabrás
del dolor de estar solo
y
de la pena de estar con muchos...
Sabrás
de lo negras que son las noches
y
lo largos que pueden ser los días...
Sabrás
del hambre de la carne
y
de la angustia del espíritu...
Sabrás
de la traición de los leales
y
de la dura crueldad de los "perfectos"...
Sabrás
del esperar sin paz
y
del aguardar con miedo...
Sabrás
que ya es tarde
y,
además, casi imposible...
Sabrás
que los otros no entienden
y,
además, no les importa...
Sabrás
de la deserción de los tuyos
y
del desprecio de todos..
Sabrás
que no se te perdona
y
no se te atiende...
Sabrás
que eres el último
y
aún menos.
Pero
también sabrás:
Que
el dolor redime,
Que
la soledad cura,
Que
la Fe agranda,
Que
el amor ayuda,
Que
la comprensión alienta,
Que
la esperanza sostiene,
Que
el olvido mitiga,
Que
el perdón fortalece,
Que
todo está en ti
Y
que contigo está EL.
-San Juan XXIII-
Cada día de Cuaresma
Confesar los pecados
I.
Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas (Salmo 24, 6),
leemos en la Antífona de la Misa. La Cuaresma es un tiempo oportuno para cuidar
muy bien el modo de recibir el sacramento de la Penitencia, ese encuentro con
Cristo, que se hace presente en el sacerdote: encuentro siempre único y
distinto. Allí nos acoge, nos cura, nos limpia, nos fortalece. Cuando nos
acercamos a este sacramento debemos pensar ante todo en Cristo. Él debe ser el
centro del acto sacramental. Y la gloria y el amor a Dios han de contar más que
nuestros pecados. Se trata de mirar mucho más a Jesús que a nosotros mismos;
más a su bondad que a nuestra miseria, pues la vida interior es un diálogo de
amor en el que Dios es siempre el punto de referencia. Somos como el hijo
pródigo que vuelve a la casa paterna. Debemos sentir deseos de encontrarnos con
el Señor lo antes posible para descargar en Él el dolor por nuestros pecados.
II.
Muchas veces a lo largo de la vida hemos pedido perdón, y muchas veces nos ha
perdonado el Señor. Cada uno de nosotros sabe cuánto necesita de la
misericordia divina. Así acudimos a la Confesión: a pedir absolución de
nuestras culpas como una limosna que estamos lejos de merecer. Pero vamos con
confianza, fiados no en nuestros méritos, sino en Su misericordia, que es
eterna e infinita, siempre dispuesto al perdón. La confesión debe ser concisa,
concreta, clara y completa. Confesión concisa, de no muchas palabras: las
precisas, sin adornos. Confesión concreta, sin divagaciones: pecados y
circunstancias. Confesión clara, para que nos entiendan, poniendo de manifiesto
nuestra miseria con modestia y delicadeza. Confesión completa, íntegra, sin
dejar de decir nada por falsa vergüenza.
III.
La Confesión nos hace participar en la Pasión de Cristo y, por sus
merecimientos, en su Resurrección. Cada vez que la recibimos con las debidas
disposiciones se opera en nuestra alma un renacimiento a la vida de la gracia,
fuerzas para combatir las inclinaciones confesadas, para evitar las ocasiones
de pecar, y para no reincidir en las faltas cometidas. La Confesión sincera
deja en el alma una gran paz y una gran alegría. “Ahora comprendes cuánto has
hecho sufrir a Jesús, y te llenas de dolor: ¡Qué sencillo pedirle perdón, y
llorar tus traiciones pasadas! ¡No te caben en el pecho las ansias de reparar!”
(San Josemaría Escrivá, Via Crucis)
© Francisco Fernández Carvajal
Pedidos de oración
Pedimos
oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa
Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas,
catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la
unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro
Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones; por el
triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María; por la conversión de todos los pueblos; por la Paz en el mundo; por los
cristianos perseguidos y martirizados en Medio Oriente, África, y en otros
lugares; por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente
por las enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la falta de trabajo,
el hambre y la pobreza; por los niños con cáncer y otras enfermedades graves; por
el drama de los refugiados del Mediterráneo; por los presos políticos y la
falta de libertad en muchos países del mundo; por las víctimas de catástrofes
naturales; por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por
más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las
vocaciones sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos
oración para Ana Silvia C. S., de
Guatemala, a la que han realizado una biopsia de tiroides, rogando al Señor que
los resultados sean favorables.
Pedimos oración por intenciones particulares del autor de esta página.
Pedimos oración por intenciones particulares del autor de esta página.
Continuamos
unidos en oración por medio del rezo del Santo Rosario poniendo en Manos de
Nuestra Madre Bendita todas nuestras preocupaciones, alegrías y necesidades,
poniendo al mundo entero en Manos de nuestra Madre y pidiéndole a Ella paz para
el mundo. Al rezar por la paz, rezamos por todo, por la paz en el mundo, en los
corazones, porque la violencia sea desterrada, por la paz para los niños que
están en peligro de ser abortados. Paz para los jóvenes que no encuentran el camino,
paz para los deprimidos. Paz para los que no han tenido la dicha de conocer al
Amor. En fin rezamos por la paz, y sigamos haciéndolo.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras
debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y
la paciencia;
escucha las plegarias que te dirigimos por nuestros
hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la
aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu
hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la
redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
Los cinco minutos del Espíritu Santo
Febrero 21
Después
de invocar la presencia del Espíritu, trato de imaginar ese fuego infinito de
amor que se convierte en viento impetuoso. Quizás me provoque temor tanto
dinamismo. Entonces pido al Espíritu que destruya ese temor que me paraliza.
Todos buscamos tener algunas seguridades, y nos aferramos a esas costumbres que
nos hacen sentir firmes. De ese modo renunciamos al cambio, a la esperanza, al
futuro. El Espíritu quiere desinstalarnos porque nos quiere vivos, no muertos
en vida. Por eso, en su presencia, me hago las siguientes preguntas:
¿No
será que el Espíritu está queriendo cambiar algo en mi vida y yo me resisto?
¿No
será que he renunciado a tener nuevos amigos, a iniciar cosas nuevas, a cambiar
algo, porque tengo miedo de desinstalarme, de perder mi comodidad, porque me
aferro a mis propios planes con uñas y dientes y no estoy disponible para la
novedad del Espíritu?
¿Siento
que el estilo de vida que estoy llevando me permite levantarme cada día como si
fuese una nueva aventura en el Espíritu? ¿O me levanto simplemente para
sobrevivir, para cumplir, para soportar la existencia?
Le
digo al Espíritu Santo que quiero vivir de otra manera, y le pido su fuerza
para lograrlo.
* Mons. Víctor Manuel Fernández
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el
más pequeñito de todos)
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