PEQUEÑAS
SEMILLITAS
Año
13 - Número 3601 ~ Jueves 22 de Febrero de 2018
Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
La
insistencia con la que Nuestro Señor pide que nos acerquemos a la oración para
que se nos dé; que nosotros lleguemos a Él para encontrarlo, es una insistencia
que requiere del corazón humano, una grandísima fortaleza interior, una gran
tenacidad. Esa tenacidad para que pidamos y se nos dé, se ve muchas veces
probada por las circunstancias, por las situaciones en las que nos encontramos.
Jesús
habla de que pidan y se les dará, pero no nos dice si será pronto o tarde,
cuando se nos dará. No nos dice si vamos a encontrar al primer momento en que
empezamos a buscar o va a ser una búsqueda larga. No nos dice si la espera va a
ser corta o se va a dilatar mucho. Simplemente nos dice que toquemos, que
pidamos, que busquemos con la certeza de que vamos a recibir, vamos a encontrar
y de que se nos va a abrir. Tener esta certeza, requiere en el alma una gran
fortaleza interior, una gran firmeza interior. Una firmeza que Dios Nuestro
Señor va probando, que poco a poco Él va viendo si es auténtica, si es
verdadera.
Forjemos
nuestra alma a través de la oración, a través del sacrificio, a través de la
profundidad interior. Forjémonos constantemente, para encontrar siempre, en
todo lo que Dios nos da, al Padre Bueno que da cosas buenas a quienes se las
piden.
P. Cipriano Sánchez
¡Buenos días!
Las moscas en la miel
Hay
tres frentes que asechan la rectitud moral del hombre: tener más cosas
(codicia), disponer de más poder (orgullo), disfrutar más satisfacciones de los
sentidos (sensualidad). Por ejemplo: comer es necesario, pero comer en exceso
es gula. El elemento común de las tres tentaciones es el egoísmo, el amor
desordenado por uno mismo, que nos lleva al orgullo, a la codicia y a la
sensualidad, y nos impide amar de verdad. Una fábula para aclarar.
De un panal se derramó su deliciosa miel, y las
moscas acudieron ansiosas a devorarla. Y era tan dulce que no podían dejarla.
Pero sus patas se fueron prendiendo en la miel y no pudieron alzar el vuelo de
nuevo. Ya a punto de ahogarse en su tesoro, exclamaron: -¡Nos morimos,
desgraciadas nosotras, por quererlo tomar todo en un instante de placer!
(Esopo).
A
tu alrededor y dentro de ti mismo hay seducciones que pueden arrastrarte fuera
del recto camino. Jesús te recomienda estar atento, pensar bien lo que haces,
tener control sobre tus apetencias; y además recurrir a la oración para
fortalecer tu decisión de llevar una vida en la presencia de Dios que sea
agradable a sus ojos. Este es el combate del cristiano.
* Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
En
aquel tiempo, llegado Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta
pregunta a sus discípulos: «¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del
hombre?». Ellos dijeron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías, otros,
que Jeremías o uno de los profetas». Díceles Él: «Y vosotros, ¿quién decís que
soy yo?». Simón Pedro contestó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo».
Replicando
Jesús le dijo: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha
revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo
te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las
puertas del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del
Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y
lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos». (Mt 16,13-19)
Comentario:
Hoy
celebramos la Cátedra de san Pedro. Desde el siglo IV, con esta celebración se
quiere destacar el hecho de que —como un don de Jesucristo para nosotros— el
edificio de su Iglesia se apoya sobre el Príncipe de los Apóstoles, quien goza
de una ayuda divina peculiar para realizar esa misión. Así lo manifestó el
Señor en Cesarea de Filipo: «Yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra
edificaré mi Iglesia» (Mt 16,18). En efecto, «es escogido sólo Pedro para ser
antepuesto a la vocación de todas las naciones, a todos los Apóstoles y a todos
los padres de la Iglesia» (San León Magno).
Desde
su inicio, la Iglesia se ha beneficiado del ministerio petrino de manera que
san Pedro y sus sucesores han presidido la caridad, han sido fuente de unidad
y, muy especialmente, han tenido la misión de confirmar en la verdad a sus
hermanos.
Jesús,
una vez resucitado, confirmó esta misión a Simón Pedro. Él, que profundamente
arrepentido ya había llorado su triple negación ante Jesús, ahora hace una
triple manifestación de amor: «Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te amo»
(Jn 21,17). Entonces, el Apóstol vio con consuelo cómo Jesucristo no se desdijo
de él y, por tres veces, lo confirmó en el ministerio que antes le había sido
anunciado: «Apacienta mis ovejas» (Jn 21,16.17).
Esta
potestad no es por mérito propio, como tampoco lo fue la declaración de fe de
Simón en Cesarea: «No te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre
que está en los cielos» (Mt 16,17). Sí, se trata de una autoridad con potestad
suprema recibida para servir. Es por esto que el Romano Pontífice, cuando firma
sus escritos, lo hace con el siguiente título honorífico: Servus servorum Dei.
Se
trata, por tanto, de un poder para servir la causa de la unidad fundamentada
sobre la verdad. Hagamos el propósito de rezar por el Sucesor de Pedro, de
prestar atento obsequio a sus palabras y de agradecer a Dios este gran regalo.
Rev. D. Antoni CAROL i Hostench (Sant Cugat del
Vallès, Barcelona, España)
Santoral Católico:
La Cátedra del Apóstol San Pedro
Fiesta
Esta
fiesta se celebra desde la antigüedad para poner de manifiesto la unidad de la
Iglesia, fundada en la persona del apóstol Pedro, primer obispo de Roma y
pastor de la Iglesia universal. El ministerio que ejercía el Apóstol, desde la
Cátedra (la palabra "cátreda" significa el asiento elevado, desde
donde el maestro da lección a los discípulos), estaba simbolizado por un sillón
solemne, de distintos materiales según las épocas. Esta veneranda reliquia se
conserva ahora en el ábside de la basílica del Vaticano, y la componen unas
sencillas tablas de madera que, desde muy antiguo, están forradas con láminas
historiadas de marfil. El arte de Bernini la metió en un colosal relicario, con
lo que el Papa no puede sentarse en ella, como hicieron los pontífices durante
siglos, aunque conserva todo su simbolismo, y es lo que celebramos.
Oración: Dios todopoderoso, no permitas que seamos
perturbados por ningún peligro, tú que nos has afianzado sobre la roca de la fe
apostólica. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
© Directorio Franciscano - Aciprensa
Pensamiento del día
“Pedro
ejerció su primacía entre los Apóstoles con entereza y valor.
Él
fue “La Piedra” en la que la Iglesia fue fundada.
Su
capacidad de conversión quizás sea
lo
que hace su historia ejemplar para nosotros pecadores.
Pedro
cayó muy bajo en la noche que negó al Señor.
Después
se arrepintió y ascendió hasta llegar a obispo de Roma,
mártir,
y “guardián de las llaves del reino de los cielos”.
Historias:
Un sabio
Cuentan
que a un pueblo lejano, un día llegó un hombre ya bien anciano. Dicen que era
sabio. Unos jóvenes universitarios decidieron probarlo. Fueron hasta él le
preguntaron: "Si eres un sabio, entonces dinos quién es la mejor persona
de este pueblo".
Al
día siguiente, se ubicó en una calle donde se dice que todos los ciudadanos
pasaban continuamente. Colocó un cartel que decía: “NECESITO ALGO DE USTED, POR
FAVOR, DÓNEME ALGUNA COSA".
La
gran mayoría le dio dinero. Pero, cada
vez que le daban dinero, él lo arrojaba a otro mendigo que se encontraba a su
lado. La gente se sorprendió con su actitud.
Al
día siguiente, de nuevo estaba él con el mismo cartel. Esta vez, muy pocos le
dieron dinero -que fue debidamente arrojado al otro mendigo- pero le trajeron
comida, de la mejor y de la peor.
Nuevamente, el sabio dio toda la comida recibida a otros mendigos
cercanos y, al llegar la hora del almuerzo, comió de su propia comida. Nadie
entendió que quería realmente el sabio.
Llegó
el tercer día, estaba él con el mismo cartel pero esta vez le regalaron menos
dinero que el día anterior y muy pocos le dieron comida y la que recibió la
distribuyó con los otros mendigos del lugar, pero, un hombre se acercó al
sabio, le preguntó cómo estaba, le sonrió, conversó un rato con él y después se
retiró. Cuando el hombre se fue, el sabio abandonó el lugar.
Dos
días después, los jóvenes preguntaron sobre lo que había sucedido. "Mis
jóvenes, la realidad es que tanto el dinero como la comida que me dieron no
tenían nada de especial. Simplemente cumplían con su deber, por tener algo,
dando a los que no tienen. Sin embargo, la persona que se acercó, me sonrió y
conversó conmigo es la mejor de todas, porque me dio la riqueza de la vida y la
comida del alma".
Siempre
que busquen a alguien nuevo, verifiquen que, junto con cualquier cosa material
que pueda dar, esa persona de algo de sí misma, de lo bueno que cada uno de
nosotros llevamos dentro.
Nuevo vídeo
Hay
un nuevo vídeo subido al blog
de
"Pequeñas Semillitas" en
internet.
Para
verlo tienes que ir al final de esta página
Oración por la Patria
Jesucristo,
Señor de la historia, te necesitamos.
Nos
sentimos heridos y agobiados.
Precisamos
tu alivio y fortaleza.
Queremos
ser nación, una nación cuya identidad
sea
la pasión por la verdad y el compromiso por el bien común.
Danos
la valentía de la libertad de los hijos de Dios
para
amar a todos sin excluir a nadie,
privilegiando
a los pobres y perdonando a los que nos ofenden,
aborreciendo
el odio y construyendo la paz.
Concédenos
la sabiduría del diálogo
y
la alegría de la esperanza que no defrauda.
Tú
nos convocas. Aquí estamos, Señor,
cercanos
a María, que desde Luján nos dice:
¡Argentina!
¡Canta y camina!
Jesucristo,
Señor de la historia, te necesitamos.
Amén.
Cada día de Cuaresma
La oración de petición
I.
Pedir y dar; eso es la mayor parte de nuestra vida y de nuestro ser. Al pedir
nos reconocemos necesitados. Al dar podemos ser conscientes de la riqueza sin
término que Dios ha puesto en nuestro corazón. Lo mismo nos ocurre con Dios.
Gran parte de nuestras relaciones con Él están definidas por la petición; el
resto, por el agradecimiento. Pedir nos hace humildes. Además, damos a nuestro
Dios la oportunidad de mostrarse como Padre. No pedimos con egoísmo, ni llenos
de soberbia, ni con avaricia, ni por envidia. Debemos examinar en la presencia
los verdaderos motivos de nuestra petición. Le preguntaremos en la intimidad de
nuestra alma si eso que hemos solicitado nos ayudará a amarle más y a cumplir
mejor su Voluntad. La primera condición de toda petición eficaz es conformar primero
nuestra voluntad con la Voluntad de Dios, y así habremos dado un paso muy
importante en la virtud de la humildad.
II.
Jesús nos oye siempre: también cuando parece que calla. Quizá es entonces
cuando más atentamente nos escucha; quiere que le pidamos confiadamente, sin
desánimo, con fe. Pero no basta pedir; hay que hacerlo con perseverancia, sin
cansarnos, para que la constancia alcance lo que no pueden nuestros méritos.
Dios ha previsto todas las gracias y ayudas que necesitamos, pero también ha
previsto nuestra oración. Pedid y se os dará... llamad y se os abrirá. Y
recordamos ahora nuestras muchas necesidades personales y las de aquellas
personas que viven cerca de nosotros. No nos abandona el Señor.
III.
Si alguna vez no se nos concedió algo que pedimos confiadamente, es que no nos
convenía: ¡Él sí que sabe lo que nos conviene! Esa oración que hicimos con
tanta insistencia habrá sido eficaz para otros bienes, o para otra ocasión más
necesaria. Para que nuestra petición sea atendida con más prontitud, podemos
solicitar las oraciones de otras personas cercanas a Dios: “Después de la
oración del Sacerdote y de las vírgenes consagradas, la oración más grata a
Dios es la de los niños y la de los enfermos” (San Josemaría Escrivá, Camino).
También pedimos a nuestro Ángel Custodio que interceda por nosotros. Finalmente
tenemos el camino para que nuestras peticiones lleguen con prontitud ante la
presencia de Dios: Santa María, Madre de Dios y Madre Nuestra. A Ella acudimos
ahora y siempre.
© Francisco Fernández Carvajal
Pedidos de oración
Pedimos
oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa
Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas,
catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la
unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro
Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones; por el
triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María; por la conversión de todos los pueblos; por la Paz en el mundo; por los
cristianos perseguidos y martirizados en Medio Oriente, África, y en otros
lugares; por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente
por las enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la falta de trabajo,
el hambre y la pobreza; por los niños con cáncer y otras enfermedades graves; por
el drama de los refugiados del Mediterráneo; por los presos políticos y la
falta de libertad en muchos países del mundo; por las víctimas de catástrofes
naturales; por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por
más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las
vocaciones sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Pido
una especial oración por el eterno descanso del alma de mi prima hermana Noemí Susana Renzulli, que vivía en
Santa Fe, Argentina, y hace un mes fue llamada a la presencia del Padre
celestial. Querida Mimí: mi corazón estrujado de dolor te recuerda con amor por
tantos días lindos que pasamos en nuestra niñez.
"Una flor sobre su tumba se marchita.
Una lágrima sobre su recuerdo se evapora.
Una oración por su alma, la recibe Dios".
San Agustín
Los cinco minutos del Espíritu Santo
Febrero 22
"Te
doy gracias, Espíritu Santo, porque tengo una misión que cumplir en este mundo.
Sé
que por el solo hecho de existir en esta tierra ya estoy cumpliendo un plan
tuyo, un proyecto que no alcanzo a descubrir pero que tú conoces bien.
Mi
sola existencia es un signo de tu amor y de tu voluntad.
Pero
tú has querido que también las cosas que yo hago cada día tengan un valor
profundo, en toda su simplicidad y pequeñez.
Yo
no soy capaz de hacerlo todo, pero lo que puedo hacer cada día es lo que tú has
querido que yo le regale a esta vida.
Tú,
que conoces el por qué y el para qué de cada cosa, ayúdame a verlo, Espíritu
Santo.
Enséñame
a valorarme, ayúdame a apreciar la misión que tú me has dado en este mundo,
para que me alegre de estar aquí, entregado al servicio de Jesús.
Gracias
por las personas que encuentro cada día, por el bien que pueda hacer y por la
alegría de compartir.
¡Bendice
al Señor, alma mía, y nunca olvides sus beneficios! Amén."
* Mons. Víctor Manuel Fernández
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el
más pequeñito de todos)
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